MEL CHAVARRÍA -NICARAGUA-

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Mel Chavarría es un escritor nicaragüense nacido en la ciudad de Boaco, Nicaragua, graduado en la carrera de Turismo Sostenible de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua.
 
En el año 2018 decide emprender, crea su propia empresa en el sector turismo en compañía de un amigo y compañero de carrera. Pero el levantamiento social del mismo año hace que pierda su proyecto, se une a las protestas, razón por la que es obligado a salir de su país en calidad de exiliado hacia Costa Rica y España donde actualmente radica.
 
Inicia a escribir desde el primer año del instituto de secundaria, pero se inhibe por bullying.
Desde la experiencia del exilio forzado retoma la pintura, pero, es en la escritura donde encuentra su pasión para expresarse libremente a través de poemas, historias poetizadas y cuentos.
 
Caballito de oro, es un cuento que solía contarle su padre a él y a sus cinco hermanos cuando eran niños, Mel atesora esos recuerdos y decide escribirlos con su propio estilo sin perder la esencia del cuento original de su padre el señor Etanislao Chavarria.
 
Es un cuento ambientado en Nicaragua, en el mismo se pone en manifiesto la idiosincrasia nicaragüense en su lenguaje, flora y fauna.
 
El autor quiere mostrar la humildad del pueblo nicaragüense en un cuento de fantasía que titula “Caballito de oro”.
 

 

CABALLITO DE ORO

 

 

Érase una vez, en una desconocida jungla, donde la urraca[1] felizmente entona alborotadoras alabanzas de agradecimiento, el gorrión cumple su misión de flor en flor encomendada por la madre naturaleza, la oropéndola construye su nido en las grandes alturas; siguiendo su instinto maternal desafía el peligro y la gravedad, contoneándose sigilosamente, el venado deja ver su delicada belleza, en los arroyos, los patos silvestres esperan pacientemente que la mojarra se descuide, pensando llenar su buche[2] y apaciguar su hambre, el guapote[3] dice, -¡esto se ve chiva![4]- Permaneciendo quieto en las mansas aguas, en tanto que, el jaguar marca su territorio, alejando así la incómoda presencia del infausto puma.
Mientras cae la noche, un dosel en su silencio fúnebre amedrenta la espesura tropical, una tras otra, chispeando las luciérnagas van dejando ver un espectáculo misterioso completamente lleno de magia.
 
En un claro bien cuidado de la tupida montaña, un gallo porroco[5] anuncia un nuevo día, cacareos melódicos de innumerables gallinas de diferentes tamaños y colores se oyen, los chompipes[6] dejan caer su arrugado y rojizo moco resoplando con fuerza y empollando sus imponentes plumas; tratando de conquistar el amor de las indiferentes chompipas, pequeños y cachetones chanchitos curros[7] corretean jugueteando de arriba hacia abajo detrás de la cerda madre, de los matorrales cercanos a la montaña, salen bullangueras gallinas guineas gritando “patras, patras, patras” sumándose al jolgorio[8], fieles a la fiesta y la algarabía.
 
La mañana se despierta con rayos florecidos del generoso señor sol, cubriendo de bendiciones una pequeña y sonriente casita de madera con techo de paja, como nativo con pelo de lluvia, de su melancólica puerta de tres tablas, sale la imagen de una adorable y cándida viejecita, su apariencia frágil esconde la fortaleza de una gran mujer, de estatura mediana y complexión delgada, con rizados cabellos blancos; como pintados del mismo color de las brillantes nubes de verano, rostro angelical añejo de sabiduría y dulce sonrisa, encorvada del pasar del tiempo que no ha perdonado su dedicación y respeto a la Tierra, es sin lugar a dudas, la soberana matriarca responsable de aquel ecosistema doméstico, indudablemente la mera coyunda[9] de cuero crudo y el tronco donde se rasca el puma, la protegida del gran espíritu de aquella gama viva de un incógnito edén.
A su lado, solamente la acompaña su nieto de quince años, a simple vista, pareciera estar al frente de un experimentado hombre de campo, su cuerpo presenta un engaño ante los ojos de cualquiera, un joven esbelto que denota porte y carácter, de piel trigueña y ancha espalda bien formada, con grandes y sólidas manos producto del arduo trabajo de las exigencias, con el torso muy marcado y brazos definidos, que desde luego, son el vivo certificado del hacha en la madera, machete al monte y ordeño madrugador, su  hipnótica mirada del color de la miel; traiciona al vigoroso hombre engañoso de poca vida, con su rostro mestizo y sangre nativa, es el partido perfecto para toda doncella ilusionada. Sin conocer a su madre, la única figura materna era la cándida viejecita, su progenitora se había rendido a los brazos del sueño eterno el mismo día de su nacimiento. Contradictorios son los designios de la vida, pues, cinco años atrás, una barba amarilla había  provocado el camino a las estrellas a su padre.
 
Como un potro chúcaro[10] queriendo recorrer los campos, la monotonía de aquel escandaloso jardín aburría sus ansias de saber qué había más allá del denso bosque. Un día, como todos los acostumbrados, salió a ordeñar a la Siriaca, la vaquita lechera que abastecía de leche el dulce y acogedor hogar de tablas, la rutina lo estaba agobiando y aumentando su curiosidad, sabiendo que era la única compañía de la adorable anciana, se dijo así mismo, -¡Hombre!-, -¿Y si me voy un tiempo a rodar fortuna[11]?-, -Aquí es triste-, -total-, -mi abuelita está más sana que yo-, -vivir de la naturaleza le ha fortalecido como una gran tayacana[12]-, hasta ordeña mejor que yo-, -son chochadas[13]-, -¡me voy a ir!-, -hoy a media noche agarro el camino sin rumbo-, -¡Pero te prometo mi viejita que un día volveré!-.
En el silencio de la noche estrellada y con nada más que los cantos de las lechuzas y pocoyos[14], aprovechó el cansancio y sueño profundo de la abuelita para seguir su destino, anduvo vereda tras vereda, el alba lo acompañó y en su agonía, bendijo su camino solitario en plena selva, allá al tiempo, cuando caminó día tras día, se encuentra un pequeño riachuelo, se detuvo a echarse un chapuzón, buscó el lugar más adecuado para bañarse, encontró el espacio perfecto para apaciguar el calor, una poza redonda rodeada de la verdosa vegetación con el agua clarita, podía ver el fondo de piedras de colores y muchas formas, con peces que nadaban una coreografía armoniosa, desnudó su figura seductora de chavalo adolecente y cañambuco[15] se lanzó de cabeza al agua fría en un día de verano del trópico sofocante.
 
Al rato de estar nadando, se sumergió en las cristalinas aguas para ver el fondo colorido, al momento de salir a la superficie, escuchó unos pasos que se acercaban, rápidamente nadó a la orilla para vestirse, los pasos no eran tan comunes, eran demasiado fuertes y hasta movían un poco la tierra que pisaban, dicho y hecho, era un impresionante Gigante Salvaje con un venado maniado al hombro que recién había cazado.
        Ya vestido se encontró frente a frente al extraño, el enorme hombre salvaje lo quedó viendo y agachándose un poco le pregunta, -¿Y vos chavalo?-, -¿Qué andás haciendo aquí?- A lo que contesta el chigüín, -¡Hombre puej figúrese que me vine a rodar fortuna en esta montaña!-. Con algo de compasión dijo el gigante, -¡Aaah!, ¡Ahora no hay otra cosa más que te vayas conmigo!-, -¡Yo vivo solito y necesito una compañía-, -ahí vas a vivir feliz en mi palacio-, el chavalo entusiasmado le contestó,                         -¡A puej me voy con usted!-, -¡Vámonos!- Dijo el titán acomodándose el venado en el hombro y agarrando el camino desconocido para el chigüín[16].
 
Después de tanto andar por veredas rodeadas por la abundante flora, llegaron a un enorme palacio, una típica hacienda rodeada de un hermoso corredor con plantas tropicales y flores de todas las especies incluyendo endémicas, hamacas tradicionales tejidas a mano de colores azules y blancas, al entrar se encontraba una sala completamente amueblada con finos sillones, unas descomunales ventanas con cortinas blancas de seda recogidas a los lados; dejaban deleitar los ojos con la acogedora vista, un gran comedor elegantemente adornado con un canasto lleno de todas las frutas que generosamente brinda el trópico de ensueño, una bandeja de plata delicadamente acomodada en toda la mesa de cristal; hacían galanteo con los cubiertos de oro y la cristalería que reflejaban los dorados rayos del sol, a un lado, la cocina lo recibía con todas la condiciones necesarias al mejor estilo de un chef de estrella michelin, al otro costado, unas colosales gradas llevaban a la segunda planta, donde se hallaba un sinfín de puertas de las habitaciones, en el centro de la lujosa mansión, se desprendía una sutil cadena de oro que bajaba hasta el centro del salón, sosteniendo un extraordinario candelabro de plata y preciosos cristales de colores, el chavalo al ver tal e inusual infraestructura jamás vista, solamente miraba con la boca abierta de lado a lado, asombrado ante lo que sus ojos en su poca vida habian observado.
 
¡Aquí vivo papito!- Dijo el salvaje- ¡Aaah!-, -Ta bien bonito-, dijo el cipote[17], el gigante se dirigió a la cocina, se bajó el venado del hombro y se dispuso a pelarlo con la ayuda de su nuevo acompañante, descuartizaron el animal y en aquella fascinante cocina prepararon los mejores platillos con variadas recetas de diversos libros culinarios que el sofisticado salvaje mantenía en su poder.
         Una vez ya cenados y después de haber estado hablando un buen rato en el comedor, subieron a la segunda planta para instalar al simpático chavalo, -¡este será tu cuarto!-, dijo el anfitrión, una habitación con una cama grande y bien arreglada lo recibía; cual hotel cinco estrellas, con cobijas, sabanas, colchas y almohadas blancas, tan suaves como algodón bajados directamente de las propias nubes.
 
La mañana siguiente, el salvaje se levantó muy temprano en busca de otro venado para cazar, como era de costumbre, no sin antes darle las siguientes instrucciones a su agraciado inquilino, -yo me voy a cazar-, dijo, -lo que te recomiendo sobre todas las cosas mirá-, -hay ta ese cuarto lleno de ropa de todo estilo que se te ofrezca usar-, -en este otro vas a encontrar todos los zapatos que querrás ponerte-, -el siguiente está lleno de dinero por si necesitás-, así fueron habitación por habitación donde podía encontrar todo lo que él quisiera, como un genio que cumplia todos sus deseos, al llegar al último cuarto, dijo el gigante, -este es el único al que no tenés acceso-, -podés hacer uso de todo lo que hay en la mansión-, -pero jamás se te ocurra abrir este cuarto porque ese día-, -¡Te mato!-, -¡Está bien!-, -Pierda cuidado-, contestó el chavalo con la curiosidad comiéndole la mente, con total confianza se fue el gigante a realizar su rutina matutina.
 
Bajó el joven con las dudas carcomiendo su cabeza pensando qué había en la habitación prohibida, después de desayunar, subió a buscar ropa nueva y calzado, saliendo ya con las mudadas que a él más le gustaron, se vio en medio del pasillo, como un gato curioso se dijo, -¡Hombre!-, -¿Por qué el gigante no quiere que yo abra este cuarto?-, -Son babosadas,[18]-, -yo lo voy abrir a ver qué es lo que hay.- Y así pasó, mete la llave y abre la puerta, en un instante y sin que se diera cuenta, una luz muy resplandeciente que apenas lo dejaba ver invadió el entorno, era un majestuoso corcel completamente de oro con unas asombrosas alas doradas, sin poder evitarlo, rápidamente el mítico animal salió volando por una de las grandes ventanas a retozar en el jardín, asustado el cipote y con el corazón que se le salía del pecho, corrió tras el deslumbrante caballito, lo encontró bailando felizmente en una plazuela, después de pasar décadas encerrado en aquella habitación, -caballito metete por favor-, -mirá que ahora sí me mata el salvaje si no lo hacés-, -vos te vas a ir-, le dice con la voz cortada, el corcel contestó, -mirá-, -yo no voy a regresar a ese cuarto para vivir encerrado-, -te puedo ayudar pero si me hacés caso a todo lo que te voy a decir-, el chavalo con lágrimas en los ojos contestó, -ajá-, -decime que yo estoy para atenderte-, -¡Como no!-, replicó el caballito, -mirá-, -te ponés las pilas en alistarte para venirte conmigo porque el gigante está por arrimar para que lo sepás-, -andá al cuarto de la ropa y agarrá las mejores mudadas para vos-, -después-, -vas a los calzados y también te elegís los mejores zapatos que encontrés-, -en la siguiente habitación descubrirás infinidad de ropa para mujer-, -buscá los más finos y elegantes vestidos-, -en el cuarto del lado tendrás los mejores zapatos de mujer-, -entrás a la habitación del dinero y llenás un costal[19]-, -vas a mi cuarto y traé la montura[20] de oro que tengo con todos sus accesorios-, -para terminar-, -vas a la bodega-, -buscás una tinaja[21] para llevar mi agua de oro-, -una alforja para llevar todas las cosas y una cajita de fósforos-, -apurate-. El chavalo obediente, salió disparado a recoger todo lo ordenado por el caballito, desde la plazuela el corcel pegó un relincho para apresurar al joven, -¿yá?-, -!siiii¡-, gritó el otro, estando abajo le dijo el corcel, -móntese pues hijito-, y dijeron a volar, a volar y a volar.
 
Cuando ya iban lejos, preguntó el corcel, -¿Como ves hacia abajo hijito?-, -Miro como a lo grande de una bamba-, replicó el chavalo, -¡Aaaah!-, -A pues vamos a seguir volando más-, dijo el caballito.
Habiendo avanzado otro trayecto bastante considerable, preguntó nuevamente, -¿Ahora como ves papito?-, -Miro como a lo grande de una bamba-, volvió a decir el chavalo, -sigamos volando-, dijo el caballo-, -¡bueno!-, dijo su jinete.
Luego de otra distancia recorrida, la misma pregunta hizo el caballito, -ahora veo una pequeñísima luz-, -pero a lo grande de una bamba-, dijo el muchacho, -entonces aquí nos bajamos-, contestó el corcel volador disminuyendo su velocidad y a la vez descendiendo.
 
Una vez en tierra firme dijo el corcel, -mirá-, -aquí cruzando un pequeño caserío está un reino ahí nomás-, -bajo este frondoso palo de chilamate[22] vas a cavar un hoyo y en la cajita de fósforo me vas a meter a mí y todas las cosas que trajiste-, -te vestís con tu ropita vieja y te vas al reino a pedir trabajo-, -jamás dudés porque te lo van a dar-, -todos los días al caer la noche vendrás a verme-, -que no se te olvide que al ocaso estarás a mi lado-, -¡Está bien!- Dijo el guapo trigueño. Y así aconteció, en una noche de luna llena el chavalo se fue cruzando un pequeño pueblito antes de llegar al castillo, frente a la enorme puerta del gran palacio se dispuso a tocar, -¡Buenas noches!-, gritó el joven, a la puerta sale un refinado mayordomo de elegante traje, -¡Buenas noches caballero!-, -¿En que se le puede ayudar?-, contestó el habitante del palacio, -figúrese que ando en gira de trabajo-, dijo el joven, -lo que puedo hacer es llevarte ante nuestro rey para que él decida si tiene o no trabajo para vos-, contestó el mayordomo.
 
El joven trigueño de buen parecer vestido de estropajos fue llevado ante su majestad, en el trono, un rey de baja estatura, un poco panzón y de aspecto gracioso pero serio, a su lado, la reina sentada en su trono, una mujer robusta y con la cara dudosa que miraba al chavalo de pies a cabeza, al lado derecho de ambos, tres princesas se miraban entre sí al ver a tan simpático hombre en harapos, la mayor de rostro serio, algo regordeta y de mal carácter, lo miraba con indiferencia y hasta con desprecio, la segunda, un poco más delgada con una cara muy picara se enrollaba el cabello como diciendo, -“¡una bañadita y ya me caso!”-, la cumiche[23], una chavala delgada, cara fina, ojos marrones, de gruesos labios rosados, cabello encolochado, muy avispada retorcía su sonrisa sin dar crédito al joven y sin dejarse llevar por sus encantos, mirándolo fijamente a los ojos, en sus adentros se cuestionaba si el hombre fuerte, esbelto, de cara bonita y mirada seductora llegaba con buenas intenciones en una noche un tanto extraña.
 
El mayordomo hizo la respectiva reverencia, sin darse cuenta que el chavalo se quedó conectado a la sutil mirada de la impactante doncella, con un codazo le hizo de seña que hiciera reverencia ante sus majestades. -¡Buenas noches altezas!-, -Este joven tocó a la puerta del palacio en busca de trabajo-, dijo el súbdito real, el rey chaparro reparaba el jóven en busca de algo en lo que pudiera servirle, -¡Yo no veo en qué me puede servir un pobre andariego en andrajos!, -Llamá a las cocineras para que ellas vean si tienen algo para este desventurado-, contestó el monarca. Al llamado real acudieron tres agradables mujeres con vestimenta de cocina, una señora de cara amistosa, era la cocinera principal del reino en compañía de sus dos ayudantes, una de mediana edad con mal genio y la cara agria, la tercera una joven alegre que llenaba de carisma aquella ajetreada y singular cocina, -¿Hay algo en que les puede servir este pobre infeliz?-, preguntó el rey, mirándose una a la otra, contestó la jefa, -sería solamente de pela guineo[24] y hacernos los mandados-, -¡Bueno chavalo!-, -Es lo que se te puede ofrecer-, dijo su alteza, -no importa-, -¡Es trabajo honrado!-, aceptando su nueva ocupación contestó el joven, -¡Aaah bueno pues!-, -Que así sea-, -a partir de ahora serás el pela guineo y mandadero de la cocina real-, -comenzarás mañana por la madrugada-, concluyó el rey.
          Al siguiente día, cuchillo en mano y a pelar guineos se ha dicho, a llevar todos los enseres de la cocina, a rajar leña y llevar el agua a sus compañeras para tener a tiempo la comida del reino, eso era tren de todos los días, al caer la noche como religión salía a buscar al caballito para estar a su lado y ver el ocaso caer.
 
Todos los sábados, el chaparro y gracioso rey, la reina robusta y las princesas en su carruaje real, solían asistir al baile de un reino vecino muy lejano. Sorprendentemente, la princesa cumiche en su astucia, ya había sospechado que el mandadero salía las tardes a rumbo desconocido sin decir nada a nadie, por lo que quería descubrir dónde se iba a meter.
Uno de tantos sábados, la familia real se preparaba para salir a gozar del baile, menos la princesa menor, -¿Ideay vos chavala?-, -¿Que no pensás ir?- Preguntó la mamá, -¡No mamá!-, -Me siento con calentura[25]-, -me voy a quedar descansando en mi habitación-, contestó la princesa, -¡Está bien!-, -decíles a las cocineras que te hagan un cocimiento para que duermas bien-, -nosotros venimos mañana-, indicó la reina, -¡Bueno mamita!-, -Vayan y diviértanse que yo estaré descansando en mi aposento-, excusó la joven.
 
Esa misma tarde, las jóvenes compañeras de la cocina invitaron al trigueño al baile, ellas acostumbraban dejar todo listo a su jefa para poder asistir a la gran fiesta del reino vecino,  -vos mandadero-, -¿Vamos al baile?-, -Vieras que alegrísimo se pone-, -nosotras disfrutamos y vemos a los reyes bailar muy divertidos-, le dijo la más joven, -¡Tás loca vos! qué voy a ir hacer de baboso[26]!-, -mirá como estoy-, -todo leproso de pelar guineo-, dijo  él, le interrumpe la chavala con entusiasmo, -pero si te vamos a dar una mudada[27] para que te vistás bien-, -¡No!-, -Además-, -estoy cansado de rajar leña, halar agua y hacer los mandados-, -vayan ustedes-, -si me resuelvo allá las encuentro-, insistió él, de repente la cara amargada con mal humor le dice, -¡Pobre pendejo[28] harapiento!-, -qué vas a llegar y cómo te vas a ir-, -no le hagás caso a esta maje[29]-, dijo la joven defendiendo al mandadero, se fueron ellas mientras él salió como de costumbre a pasar el ocaso con su caballito de oro.
 
Llegó el chavalo al gran árbol de chilamate, excavó como de costumbre para sacar la cajita de fósforos para que saliera el hermoso corcel, -¿Que tal te fue?-, preguntó al salir, -¡Bien!-, -Ya todos se fueron al baile-, dijo el joven, -¿Te invitaron verdad?-, aseguró el caballito, -¡Si!-, -desde hace dos sábados atrás están queriendo llevarme-, contesta, -¡Bueno!-, -Vamos a ir-, -te vestís con la mejor mudada que trajiste-, -sacás la montura de oro y me la ponés-, -con el agua de oro de la tinaja me das una pasada en todo mi cuerpo-,- también agarrás el mejor vestido de damas con los zapatos que has traído-, ordenó el corcel, el trigueño con cara dudosa  después de haberse vestido preguntó, -¿Y esa vestimenta para quién?- Para la princesa menor que te ha seguido sin que te dieras cuenta, está escondida en los arbustos viéndonos asombrada y ruborizada por haberte visto desnudo, dijo el reluciente caballo volador extendiendo sus alas para entrenar su vuelo, rápidamente se dió la vuelta el chavalo y se dirigió a los arbustos para invitar a la doncella que no daba crédito de lo que sus ojos curiosos observaban, -¿Aquí es donde te venías todas las tardes noches?-, -¿Este es tu gran secreto y misterio?- preguntaba la princesa esperando una respuesta apropiada, sin dar ninguna explicación el apuesto chavalo vestido como un verdadero príncipe solamente hizo la respectiva invitación al baile, -¿Gusta usted bella doncella acompañarme al baile del reino lejano?-, Olvidándose de la respuesta esperada simplemente aceptó acompañar a tan apuesto y elegante caballero, entregó a la princesa las prendas y se fue donde estaba el caballito de oro, salió ella con un brillo que dejaba a cualquiera con la boca en el suelo, una escena de cuento de hadas se estaba llevando a cabo bajo aquel misterioso árbol de chilamate, con la cara embelesado se quedó viendo a la doncella que desde el primer día le había robado tada su atención, al ver a su amo atontado, el caballito se vio obligado a pegar un relincho para despertarlo, ella sonrió, se agarró la falda de su vestido e hizo una pequeña reverencia al príncipe, despertando de su embobamiento, el muchacho llevó su mano izquierda hacia atrás, poniéndose en cuclillas extendiendo su derecha  pidiendo la mano a la princesa para darle un beso y así subirla a su corcel, seguidamente también subió él para alzar vuelo rumbo al baile del reino lejano.
 
En la fiesta todo transcurría con total normalidad, los reyes vecinos y sus amigos disfrutaban mientras el resto realizaban las danzas tradicionales al son de marimbas, polkas y el divertido baile del viejo y la vieja que hacía reír a todas y todos los asistentes.
 
En un segundo una luz desde afuera iluminó todas las ventanas del palacio, los visitantes, anfitriones y súbditos del reino lejano se quedaron sorprendidos al ver una pareja que descendía de lo que ellos no podían distinguir, con murmullos se preguntaban qué estaba pasando, se abrieron las puertas del palacio y sobre una alfombra roja que llegaba hasta el trono, la multitud  hizo espacio para que entrara tan inusual pareja.
La muchedumbre entre reyes, reinas, príncipes y princesas hacían reverencia a los desconocidos, entre ellos el rey chaparrito con cara graciosa, la reina robusta, la princesa regordeta y la princesa coquetona, nadie se daba cuenta que estaban ante el mandadero y la princesa menor, todos los hombre nobles y plebeyos querían bailar con ella, mientras todas las mujeres presente se disputaban la atención de aquel chavalo trigueño e impactante, la reina robusta olvidó su estatus real y muy ansiosa le dijo a su rey, -¡Aaay!-, -¿Viejo qué harías vos si yo me casara con tan apuesto príncipe?-, -¿Y qué voy a decir yo?-, -Vos te vas con él y yo me caso con tan bella princesa-, respondió él, rápidamente interrumpe la princesa chivirisca[30] diciendo, -mirá este par de viejos rabos verdes-, -ni les luce-, -yo sí puedo casarme con ese papasito porque estoy joven-, la princesa mayor pasa empujándolos con su voluminoso cuerpo, con toda seguridad dijo, -primero todas tendrán que pasar encima de mí para poder quitarme a mi príncipe azul-.
 
La pareja sin decir quienes eran solamente contestaban a las incómodas preguntas, el rey chistoso invitó a bailar a su propia hija, -¿Me hace el honor de acompañarme una pieza?-, -¡Claro que sí!-, dijo ella, -dígame hermosa princesa-, -¿De dónde es usted?-, preguntó, -soy de un reino muy pero que muy lejano-, respondió ella, -¿El príncipe que le acompaña es su prometido?-, -¡No!-, -somos hermanos-, dijo ella, -¿Entonces puedo llegar a su reino a pedir su mano?-, Insistió el monarca, -¡No su alteza!-, -es un halago para mí-, -pero yo vengo de muy lejos y no podrá llegar porque vengo volando-, dijo ella cortando todas sus intenciones, -no se preocupe que yo gastaré todos mis recursos para encontrarla-, insistió el rey rabo verde -jamás podrá encontrarme su majestad-, concluyó ella volteando a ver a su príncipe que hacía esfuerzo para bailar con la reina robusta.
 
La reina se sentía como una adolescente en los brazos de tan guapo muchacho, - dígame príncipe-, ¿Ella es su princesa?- Pregunta apretando al trigueño y empujándolo hacia ella, -¡No majestad!-, -somos hermanos de un reino muy pero que muy lejano-, dijo el chavalo avergonzado, -le invito a mi reino para dar una fiesta en su honor y el de su hermana-, cordialmente invita la reina, -se lo agradezco pero no salimos muy a menudo-, dijo él mirando a su princesa.
 
Los bailes e interrogatorios fueron interrumpidos por los relinchos del llamativo corcel, les estaba avisando que era momento de irse, la guardia real del reino lejano había rodeado al caballito de oro para aprisionarlo, agarrando a la doncella de la mano, salió el trigueño a enfrentarse a los soldados en defensa de su caballito, se montaron en el corcel y salieron volando dejando aquella multitud con las caras tristes.
 
Al llegar al palo de chilamate, los dos enamorados se carcajeaban junto al caballito de oro al recordar la chistosa experiencia con sus propios familiares, le entregó los vestidos y zapatos que había elegido en casa del gigante y en un momento de silencio se quedaron viendo ambos, el corcel haciéndose el tonto para dejarlos a solas le dijo al chavalo que estaba muy cansado y necesitaba descansar, -¡Me voy a mi cajita de fósforos!- Dijo él, -¡Bueno caballito!- Dijo el muchacho, -¡Es un enorme gusto haberte conocido bello corcel!-, -¡Muchas gracias por el paseo!-, -¡Por la alegre y divertida noche!-, -¡Descansa!-, -¡El honor es todo mío princesa!-, dijo él antes de meterse a su cajita.
 
Estando a solas, mirándose fijamente se quedaron mudos sin saber qué decir, inexperto el joven enamorado solamente dejó ir una fulminante pregunta, -¿Le gustaría princesa que mañana después de mi jornada de trabajo pida su mano a los reyes?- Ella emocionada contestó muy segura, -¡Si, si quiero!-, -¡Entonces mañana a las ocho de la noche llegaré en mi caballito de oro a pedir su mano a sus majestades!-, alegremente dijo el chavalo ya convertido en el mandadero sosteniendo su mano. Se fueron juntos al palacio a ocupar sus respectivos puestos antes que llegaran los demás de la fiesta.
 
Al día siguiente, los comentarios no paraban de boca en boca de una apuesta pareja real de un reino desconocido. En la cocina las compañeras que habían asistido a la velada le contaban a él todos los pormenores de lo acontecido, -¡Vieras pela guineo de lo que te perdiste!-, -¡Te hubieras enamorado de una bellísima princesa que llegó en compañía de su hermano!-, -¡Un apuesto príncipe azul que hasta la familias reales de ambos reinos se peleaban por ellos!-, le decía su compañera más joven, él sonriendo y a manera de broma decía, -¡Ustedes son chochas!-, -¡Yo era!-, la amargada cara agria no desaprovechó la oportunidad para desprestigiarlo y con una carcajada le dice, -¡Pobre diablo!-, -¡En tus sueños vas a ser como aquel hombre de un sueño imposible!-, sin dar crédito a la tóxica todo regresó a la normalidad habitual del día.
En el seno de la familia real los chismes de lo que sucedió no se hicieron esperar ante la princesa, el rey de baja estatura y cara chistosa aún soñaba con la imagen de aquella desconocida, sin saber que era su hija menor, mientras las mujeres de la corona, le decían a ella lo encantador del joven príncipe anónimo.
 
Al caer la tarde, el trigueño sale como todos los días a pasar el rato con su caballito de oro, después de ver el ocaso caer, el caballito le dijo que se pusiera otro de los mejores trajes porque era el momento de pedir la mano de la princesa, el mismo procedimiento, lo bañó con el agua de oro, le puso la montura reluciente y salieron rumbo al reino ante sus majestades.
 
La luz iluminó el palacio, ya todos sabían de quién se trataba, bajó el trigueño, entró hasta los tronos, al frente los reyes que alegremente lo recibieron junto a las dos princesas que mirándose una a la otra se decían, -¡Viene por mí!-, -¡Tas loca!-, -¡Es por mí!-, entre tanto, la princesa menor se quedó en su habitación preparándose para salir al llamado cuando fuese el momento.
 
-¡Buenas noches sus majestades!-, -¡Perdón por la visita sin haber avisado antes!-, -¡Solamente vengo a pedir la mano de una de las mujeres de su reino!-, todos y todas las presente incluyendo el personal de la cocina y demás empleados del reino se quedaron atónitos, -¡Está bien!- dijo el rey, -¡Reúnanse todas las mujeres del palacio y que el príncipe mire a quien quiere desposar!-, una tras otra fueron llegando al salón real, -¡Aquí están!- Dijo el rey, -¡Tiene para elegir majestad!-, entre ellas la reina robusta se decía, -¡Aaay que me elija a mí!-, el joven sabía que su amada doncella se encontraba en su aposento poniéndose el vestido que él  le había dado la noche anterior, -¡Ninguna de las presentes majestad!-, -¡Hay una princesa en su habitación!-, -¡Por favor, mande por ella y que baje!-, la multitud se miraban entre sí preguntando unos a otros, cómo sabía el apuesto príncipe que faltaba una, mandaron por la chavala, voltearon a ver a las enormes gradas y sin saber lo que pasaba miraron bajar a la princesa cumiche en un extraordinario y resplandeciente vestido, llegó a su trono y se sentó a la par de las otras princesas, -¡Ella es a quien quiero desposar!- Dijo el trigueño vestido de príncipe y con un hermoso corcel afuera que bailaba elegantemente, extendió su mano hacia ella preguntando, -¿Quiere hacerme usted el honor de ser mi esposa?- Levantándose del trono para agarrar su mano, contestó con toda seguridad y una sonrisa, -¡Si, acepto!-, Hasta ese momento todos  pudieron reconocer al mandadero y la princesa, con vergüenza por lo ocurrido en el lejano reino, la familia de la corona aceptaba al nuevo miembro de la familia real.
 
El gran día tan esperado de la boda real se llegó, en el árbol de chilamate, el caballito de oro le dijo al trigueño, -¡Ya tenés todo lo que en tu vida pudiste imaginar!-, -¡Pero recuerda que jamás debés olvidarte de tu Reina, aquella linda viejecita que aún te espera!-, -¡Aquí te dejo bien sentado!-, -¡No tenés quejas de mí!-, -¡Tenés dinero y una buena esposa!-, -¡Solamente te voy hacer un encargo!-, -¡Cuando estén haciendo el marol[31] o indio viejo[32]!-, -Y antes que lo jueguen para repartir a los invitados-, -te vas a sacar una panita sin tocarlo-, -¡Es lo único que te voy a pedir!-, -!Bueno caballito!- Le prometió el chavalo, lo abrazó y se fue caminando a su casamiento.
 
Después de la ceremonia, el chavalo por atender a los invitados se le fue la onda, de repente, se acuerda de la promesa hecha a su fiel corcel, pegó la carrera a la cocina pero ya era demasiado tarde,  acalambrado se dijo, -¡Ay Dios mío!-, -¡Ahora sí la agarré!, tomó una tacita, la llenó de marol y afligido se fue en busca del caballito de oro, su esposa la princesa lo siguió sabiendo ya hacia dónde se dirigía su amado trigueño, llegando al árbol, escuchó la voz del caballito, -¡Sacame de aquí!- Dijo el corcel sabiendo ya lo que había pasado, -¡Aquí traigo tu encargo caballito!-, Dijo el muchacho, -¡No!, -Te lo agradezco mucho-, -¡Pero eso viene jugado!-, sonriendo le contesta, -¡Es cierto caballito!-, -Perdoname por favor-, Con lágrimas en los ojos suplicaba él agarrado de la mano de la princesa, -¡Te perdono!-, -¿Pero sabés qué?-, -¡Yo no soy cualquier caballo y esta era tu última prueba!-, -¡Las promesas se deben cumplir siempre!-, -Es tu palabra de caballero-, -¡Ya es  momento de decir adiós!-, -¡Yo era tu ángel guardián!-, alzó su último vuelo perdiendo su luz entre las estrellas y el firmamento.
Y ahí se quedaron, el chavalo trigueño tomado de la mano de su doncella en un solo llanto.
 
Fin.
 

 


[1]Mojarra: Especie de pez que se distribuye por la mayoría de mares tropicales,                        ocasionalmente en estuarios y raras en en aguas dulces.
 

[2] Buche: Abultamiento del esófago de las aves en forma de bolsa donde almacenan los alimentos para reblandecerlos.

[3] Guapote: Pez de agua dulce, muy carnoso, de ocho a doce pulgadas de longitud.
 

[4] “Esto se ve chiva” Expresión coloquial nicaragüense que se refiere a  peligro o asombro.

[5] Gallo porroco: Gallo grande y gordo.

[6] Chompipe: Pavo.

[7] Chanco curro: Especie de cerdo de tamaño pequeño y gordo.

[8]  Jolgorio: Fiesta animada y bulliciosa.

[9] Coyunda: Correa o soga muy fuerte y resistente.

[10] Chúcaro: Equino, mular o vacuno salvaje, arisco o bravío.

[11] Rodar fortuna: Salir de viaje sin rumbo ni destino.

[12] Tayacana: Se refiere a una persona fuerte como el árbol Tayacán.

[13] Chochadas: Tonterías.

[14] Pocoyo: Ave nocturna inofensiva que se sitúa y canta al borde de los caminos.

[15] Cañambuco: Referido a persona que no lleva calzoncillos, calzones o bragas.

[16] Chigüín: Niño.

[17] Cipote: Niño.

[18] Babosadas: Tonterías.

[19] Costal: Saco o bolsa de tela resistente.

[20] Montura: Silla que se le pone al caballo para montar.

[21]Tinaja: Vasija de barro cocido en horno artesanal.

[22] Árbol de la especie ficus, puede alcanzar los 40 metros de altura con raíces profundas.

[23] Cumiche: Hijo o hija menor de la familia.

[24] Guineo: Adjetivo de una variedad de plátano procedente de África.

[25] Calentura: Aumento de la temperatura por encima de lo normal.

[26] Baboso: Referente a una persona tonta.

[27] Mudada: Muda (ropa).

[28] Pendejo: Persona sin vergüenza o despreciable, también hace referencia a una persona tonta.

[29] Maje: Referente a una persona tonta, falto de entendimiento o de razón.

[30] Chirivisca: Mujer coqueta o desinhibida en su relación con los hombres.

[31] Marol o merol: Alimento o comida típica nicaragüense que se sirve en celebraciones.

[32] Indio viejo: Alimento típico de Nicaragua elaborado a base de maíz y carne de res o pollo desmenuzada o mechada.