>

PÁGINA 45

Esther Haro Giacominich nació en Uruguay.
Es Licenciada en Relaciones Laborales, UDELAR.
Desde niña tuvo interés en leer mucho y comenzar a escribir.
Cada etapa de su vida le sirvió como inspiración, para expresar en letras, percepciones, sentimientos, vivencias, etc.; tanto en narrativa como en poesía.
Sus escritos, los ha presentados en convocatorias de su país.
Desde el año 2021, como jubilada de su carrera laboral en la Función Pública, le dio un nuevo impulso a la publicación de sus creaciones, en antologías, diarios, fanzines y revistas internacionales.
 

ESTHER HARO GIACOMINICH  -URUGUAY-

 

EL RETRATO

 
A Miguel siempre le había gustado dibujar.
Desde pequeño había demostrado una gran habilidad manual, por lo cual sus padres lo habían incentivado con  cursos y talleres, hasta que él finalmente decidió estudiar para ser profesor de dibujo.
De las técnicas aprendidas de niño, la que más le gustaba era dibujar sólo con lápiz y especialmente hacer paisajes.
Desde que pudo independizarse, porque comenzó a trabajar en dos liceos, como titular de la materia, había alquilado un apartamento, que si bien era pequeño, tenía un altillo que él usaba de taller.
Allí daba rienda suelta a su vena de artista, pero siempre dibujando paisajes y con lápiz.
Una noche luego de dibujar hasta muy tarde, se quedó dormido sobre su mesa de trabajo y tuvo un sueño muy extraño.
En el mismo, una mujer próxima a los cincuenta años le solicitaba que la pintara desnuda al óleo.
No podía haber mayor disparate. Primero el óleo no era su técnica habitual y tampoco el retratar personas y menos desnudas.
Se salía de sus todos sus parámetros. Quería decir ¡no! a gritos, en el sueño, pero no le salía la voz.
Se despertó muy sobresaltado y pensando luego, que la mala posición al dormirse, le habría provocado la pesadilla.
Cada tanto volvía a soñar lo mismo y si bien la situación se estaba volviendo recurrente, Miguel pensaba que las cosas sucedían por alguna razón y que si esperaba receptivo, la respuesta correcta iba a llegar a su entendimiento.
Pero se seguía diciendo y repitiendo que nunca haría un desnudo al óleo.
Una tarde llegó una mudanza al edificio, para el apartamento pegado al suyo.
Por un lado pensó, nuevos vecinos, más compañía, pero por otro, quién será el que me toque en suerte.
Resultó ser una señora, cercana a los cincuenta años, que se mudó sola.
Miguel poco la trataba, porque además de ser muy seria apenas hablaba, parecía ser muy tímida.
Una mañana al cruzarse por el corredor, y luego del habitual “buenos días” la señora lo llamó por su nombre y le preguntó como marchaban sus dibujos.
El mismo quedó azorado, cuando reaccionó como para contestarle y a su vez preguntarle como sabía esos detalles suyos, la mujer había desaparecido por la escalera.
No la vio por varios días.
Estuvo tentado a golpear su puerta y preguntarle directamente de donde lo conocía, pero finalmente se contuvo.
El sueño recurrente volvió a presentarse y con más intensidad, porque finalmente accedía a realizar la pintura.
Se sentía molesto, porque la respuesta no llegaba, como él la esperaba y deseaba, para aclarar esta situación extraña.
Por fin, una tarde, recibió una carta de un compañero de liceo, el que se había recibido de sicólogo.
En la misma decía:
Querido Miguel:
En estos últimos días he hablado mucho de ti, a una paciente que tengo desde hace unos años. Ha tenido problemas de autoestima y le aconsejé tomar unas clases de dibujo contigo.
Espero que esto la ayude, como paso final, para vencer la timidez que la invade habitualmente.
Necesita romper con viejos tabúes, vergüenzas y miedos, adquiridos de su familia y sociedad,  que no le han permitido llevar una vida feliz y en libertad.
Me llama la atención la postura cerrada que tiene al respecto, considerando que es profesora de metafísica y tiene un gran poder de convencimiento para con las personas que van a sus clases, pero que no sirve para ella misma.
Por lo mencionado, vuelvo a decirte que le sugerí que aprendiera una técnica de dibujo que fuera transgresora, opuesta a todo lo que ella es.
Tú sabrás ayudarla al respecto, hablará contigo en cuanto se anime.
                              Un abrazo, Juan.”