GRETA SOLIS -ESPAÑA-

POR TUS HUESOS
 
 
Por tus huesos.
 
Aligerada ahora la carga al despojarte del peso,
escucho un verso de muerte parda y ramera.
 
No te diré te quiero en el umbral de ese sueño.
Me niego.
 
Condenada luz, candela de sombras y ángeles.
 
Por tus huesos.
 
Resbalando el alma sobre las aristas trata de
asirse,
 
ah, estáis ahí pequeñas uñas sin carne,
clavadas y arrancadas de mí, gironcitos sin
nombre.
 
Por tus huesos.
 
No vengas soledad absoluta a mecerte entre
mis piernas de lana.
 
No quiero.
 
Ahorcaré en una encina a la reclamante hasta
la agonía lenta y pastosa.
 
Por tus huesos. 
 
 
 
 
 
TRÁIGAME
 
 
Quiero cederme, flojito, como ceden
las alas al viento y se dejan mecer,
donde el final del camino se demora y
se dilatan las ganas de llegar
en una algarabía de muerte y resurrección;
y como quiero, me noto,
que hoy me voy, ya no extraño,
tengo miedo a la ruina de no volver
si no en ceniza azul y escarcha. 
 
Quiero a la tierra gritándole y un sol
que abrase el alma en su carne roja,
los quiero como enardecidos y febriles
reptiles de labios blandos;
 
Ah, vuelve niña, que te pierdo. Vuelve. Vuelve.
Quiero, y ¡cómo quiero a aquella nodriza
de papel pintado...! 
 
Tráigame de vuelta con las manos
de árbol y raíz.
Tráigame de vuelta que ya las flores
añoran que mulla mi espalda en la hierba
y me desparrame en el aroma a campo y río,
a tierra, a encina y a animal.
Tráigame de vuelta al tronco sin madre,
y que sea el pájaro el que me llore y extrañe.
¿quién me sucederá en este estío del alma?
¿en dónde está la palabra cuando enmudece la sangre?
 
 
 
TRES LATIDOS
 
A tres latidos, tres pulsos
y con el dedito,
dibuja una baldosa fría
con la calidez carmín.
Y ahora sonríe, en la calma y el sueño.
A tres latidos,
se duerme la mano y muda,
olvida el lenguaje.
Los párpados recuerdan,
y tras tres latidos,
la paz, al fin se hace hueco.
 
 
 
DESPROTEGIDO
 
Un adiós desprotegido.
A los sueños.
Me tiritan las manos y pienso,
más abajo, al ras de la piel que no conocimos,
bajo mi carne un adiós,
al suspiro, a la hamaca, a las manos.
A la noche.
Un adiós desprotegido.
 
 
 
CONVERSACIONES
 
—Zorra. Zorra, zorrae.
Sin tiempo de máscaras.
No es febrero, ni nieva, ni escampa a ratos.
—No hablas latín.
—Me da por el animalismo. Y sus declinaciones. Es muy florido.
—Te quiero.
 
 
YA NO SE TIENE
 
 
En el remanso fue
que se encontró al mastín robusto
de la incertidumbre.
Se volvió pobre de maneras
en aquel día incierto de mayo
y narró un apócrifo al viento
por si no volvía,
por si la quietud se la llevaba
amarilla de bilis y envidia.
No se tiene,
y son alambres de espino
los sueños, sus manos marcadas
le cuentan con pequeñas
bocas de hierro que no se aferre más,
la mercromina de su infancia
no le recuerda la herida,
mejor el alcohol,
a chorros incontinentes
le recuerda a la vida.
Si ahora la lava y la peina el aire,
si ahora se ciñera una corona
de flores ajadas y blancas,
en la sien le brotarían musgo y comadres,
alcahuetas, parlanchinas rampantes susurrando a su cabeza.
Ya no rebusca más en la basura
los noticieros de la vergüenza,
se ha arrancado del pecho
una rosa puesta a secar
entre las páginas de Sociedad y Alcoba.
 
Ya no se tiene en el olvido, no se recuerda.
 
 
 
A VECES
 
 
A veces, como dijiste,
me encontré demasiado sola
bordeando aquel paraje desolado
que me contaste disfrutando un buen café,
me avisaste en su momento
que llegaría la hiel al río,
y echaría la sangre a un lado
en una suerte de desengaño
erótico afectivo que nos dejaría
la sonrisa hecha trizas...
 
Y por aquellas tretas del ego inflado
y un sueño acodado en la cadera,
no te hice mucho caso, la verdad (
tiende el pecador a creerse beatificado
con el halago correcto en el lóbulo
de su oreja).
 
En aquella conversación
de sofá de mimbre,
me reñías perlas de barro y
las ibas anotando en la servilleta
de propaganda, esperando,
aún más novato que yo, que firmara al pie,
un contrato de compraventa
de derechos de balompié,
vida y obra, y sota caballo y rey.
 
A veces,
como vaticinabas en tu bola de cristal
opaca de un ojo,
hallé en un cocido con su guarnición y todo,
más calor que en los brazos
de un amante cojo de un ventrículo
y tuerto en escabeche,
que de tanto conservarlo con vinagre,
transmitía el mismo apego
que la consabida perdiz.
 
A veces,
como dijiste, somos demasiado solos
en multitudes, y temblar para un aforo
de butacas vacías es toda la expectativa
de diva o santa que nos deja el sol
cuando se cansa de ser protagonista, 
(aun así, como siempre,
me taparé con cera el intelecto,
no vaya a ser que tu canto de sirena
me haga entrar en razón y
me lleve a desistir de mi viaje a esta,
nuestra particular Ítaca).
 
 
 
 
YA NO LA LLORES (ya no)
 
 
Ya no la llores. 
Ya no, ¡ay, que ya no duele! 
 
en su caricia, 
en sus pasos penitentes,
en sus origamis endebles,
en las plumas desdentadas,
en el temblor de una mano absurda,
en la espuma espesa en la línea de sus labios. 
 
En mí baila ahora.
 
Ya no la llores.
Ya no, ¡ay, que ya está seca!
 
en su semblante,
en sus miradas perdidas,
en los tajos en su espalda, 
en sus desequilibrios de alcoba,
en el territorio de su música alada y azul,
en el olor del campo preñando su piel desnuda.
 
Ya no la llores.
Ya no, ¡ay, que ya está muerta!
 
 
 
 

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Soy de Madrid.
Novelera desde siempre, apenas leo poesía más allá de la obligatoria en mis estudios. Amante de H. P. Lovecraft, Anne Rice y la novela histórica, sobretodo de temática templaria.
Desgarros, el Poemario publicado recientemente con Terra Ignota Ediciones, se trata de mi primera incursión en el mundo de la literatura. Hasta ahora mi experiencia en él, se reduce a las redes sociales, donde se me puede encontrar como Greta Solis.
A partir de entonces, me sumerjo en la lectura de poesía donde me siento identificada con poetas como Pizarnik y Mallarme.
Empecé a escribir de modo anecdótico coincidiendo con un cambio en mi estado laboral, que me dio tiempo y además ganas. Pasé, como muchos, de frases cortas y pegadizas a experimentar un poco con la métrica para que finalmente me decantara por cualquier expresión metafórica y en gran medida por la prosa poética. Y aquí estamos.