PÁGINA 12
DIEGO VALBUENA-COLOMBIA-
Cuentista. Poeta aficionado. Magíster en Comunicación-Educación (Universidad Distrital Francisco José de Caldas - Bogotá). Ganador del XXXVIII Concurso Nacional Metropolitano de Cuento (Barranquilla, Colombia). Ganador del Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá (2014). Ha publicados cuentos en diferentes antologías nacionales e internacionales. Director del Colectivo No Escritores.
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El mar
Un taxista sin deseos me recoge las maletas,
murmurando burlas sobre mí.
Nunca seré bien recibido,
me delata el acento del altiplano
La noche se traga los ruidos
de una carretera que se tensa al avanzar
mi deseo de mirarte fijo
de lamer tu superficie
de respirar tus vapores
parece que tendrán que esperar.
Abandonamos la principal
nos adentramos en una trocha cualquiera
mi mente se hace fango
y mi corazón un vacío
pues todo lo que percibo parece ya vivido
El taxista sin deseos se detiene
en un lugar cualquiera de la noche cerrada
abro la puerta como frente a mi casa
y el golpe al olfato casi me noquea
mis pies quieren firmeza
pero se hunden con horror
A lo lejos un rugido
de animal feroz que jamás he conocido
parece que en su odio escupe espuma
y traga toda la tierra
Me acerco caminando como ciego en mundo nuevo
y con el pecho al rojo vivo
se erige justo frente a mí
un infierno gris
que se levanta desde el horizonte
dispuesto a atorarse
con mi pequeña humanidad.
* * *
3
Usted ha estado solo
desde siempre
en esta casa.
Ausente para la esposa
que dijo amar desde el primer día
ausente para el esposo
a quien dijo dedicarle la vida entera.
Pero olvidó el amor a la semana
Pero la vida también es propia
Y llegaron los hijos
una bendición del hogar
Y luego
un poquito después
son dolores de cabeza
Y la casa se llena de mugre y de polvo
Y los platos pegajosos de grasa
Y los cubiertos con costras de comida
Ya nada refleja su presencia
aunque esté presente todos los días
Igual que el polvo que llena el armario
así, tal cual
usted ha estado solo
siempre en esta casa
justo ahí
a mi lado
* * *
Despotencia
Aquel hombre con despotencia
petrificado en un recital de poesía
¿de qué nos quería hablar?
¿Del miedo a las palabras aglomeradas
o a los aplausos que mojan sin llover?
Ahora no es más que un manojo de nervios
en el recital de poesía
pura ausencia entre los sonidos del espacio
Y nosotros
somos menos que eso
estatuas de sal en el recital de poesía
* * *
Terror
Ayer me invitaron
a ver una película de terror
pensé en excusarme
por tener dolor de mundo
pero siempre es bueno
superar todos los miedos.
La sala de cine llena
de almas a punto de estallar
Nos sentamos en las filas de atrás
donde escondo los escalofríos
En la pantalla
piernas cercenadas
sangre por hectolitros
huesos crujiendo
gritos
gritos y más gritos
En la sala
hurras y risas
Celebraciones y vítores
Todos juntos
unidos celebrando
mientras que mi miedo se va ahogando
en el letargo del terror.
* * *
Mi cuerpo es una caja
Mi cuerpo
resguarda lo valioso
protege de los golpes
aísla del sonido
Ha olvidado el tiempo
y se dedica a esperar
el momento adecuado
para cerrarse con llave
esa que tú tienes
y que revela mis secretos
Resuena entre recuerdos
refugia los deseos
anhela ser llenado
en espera de tus designios
Soy la caja
que se pudre en la intemperie
en la playa de tus deseos
a la espera de ser abierta
para contener todo tu cuerpo.
* * *
Manos limpias
¡Qué complejo es acercarnos!
¡Qué ilusorias las palabras!
¿Qué quieres que te explique?
¿Qué puedo hacer si no me escuchas?
¿Qué tan grande puede ser la distancia si no hay camino?
No damos un paso por temer la caída.
No decimos lo que sentimos porque nos han silenciado a golpes.
No hay argumentos ante la realidad de la indiferencia.
No quieres creerme porque no crees en ti.
No te esfuerces si no proviene de tus deseos.
Es como la ventana de mi cuarto
difícil de limpiar por su altura
distante de pasar nada sobre su trasparencia
No nos vamos a ensuciar las manos
por intentar tocar otra piel
nos resignamos a contemplar las narraciones que nos han creado
todos tenemos las manos limpias
y la mirada negruzca
Arrójame al vacío
y no contemples mi caída
que para escenas morbosas
tienes todas las noches frente al espejo.