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PÁGINA 12

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DIEGO VALBUENA-COLOMBIA-

Cuentista. Poeta aficionado. Magíster en Comunicación-Educación (Universidad Distrital Francisco José de Caldas - Bogotá). Ganador del XXXVIII Concurso Nacional Metropolitano de Cuento (Barranquilla, Colombia). Ganador del Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá (2014). Ha publicados cuentos en diferentes antologías nacionales e internacionales. Director del Colectivo No Escritores.
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Contacto:
dortizv@correo.udistrital.edu.co
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1
 
Tengo cuarenta y cuatro
Y no he hecho nada
Quizás es mejor decir:
Hice pero como si no.
 
La boca me sabe a ceniza
Esa que traigo desde la infancia
Acentuada con la cremación de mi madre.
 
Tengo cuarenta y cuatro
estoy acostado
Sin trabajo porque este mundo no me necesita
Con libros a medio abrir
Que me arropan mientras el sol calienta la silla
Donde paso el resto de mis horas
 
Las voces amortiguadas de los vecinos
Por el muro de mi indolencia
La violencia es un grito borroso
Y yo fumo
Y pongo algo de Björk o Radiohead
para apaciguar tanto vacío
 
Tengo cuarenta y cuatro
Y no planto árboles porque
llega un político y los arranca;
No tengo hijos porque
Jamás seré tan irresponsable;
No escribo un libro porque
Nunca seré leído.
 
Tengo cuarenta y cuatro
y soy el perfecto ejemplo de lo innecesario
la referencia de lo descartable
la palabra escrita que nadie ha pedido
el verso que la poesía no necesita.
 
*      *       *
 
2
 
De la noche a la mañana descubres
Que eres inmortal
Y ante tus ojos se abre
Literalmente
La infinitud
 
El primer día tus ojos brillan
Ante el fuego de la vida eterna
quieres devorar todos los cuerpos
Antes de que anochezca
 
Esa primera noche te sientes
indigesto de tanta virilidad
Pero nunca hace falta
Un sucedáneo contemporáneo que te alivie
El malestar de vida.
 
Al segundo día recuerdas que
Tienes una existencia como la mayoría de mortales
Trabajas
Pagas deudas
Discutes con tu familia
Duermes en colchones dañados
Despiertas con las ojeras de la existencia
 
Al tercer día
Apenas el tercero
Descubres lo inevitable:
Filas eternas
Marchas eternas
Peleas eternas
Masacres eternas
Y tú eres la posta que de mano en mano
Atestigua la sevicia humana.
 
Al cuarto día decides quitarte la vida
Te ahogas
Te arrojas
Te sobremedicas
Te incineras
Pero estás ante lo inevitable
Estás ante la eternidad.
 
Al quinto día
Y quizás de ahí en adelante
estarás muerto en vida
Un zombie con cuchara y tenedor
Un vampiro bajo el sol de mediodía
Un hombrelobo de traje y corbata
un inmortal.
 
*       *       *
 
 

El mar

Un taxista sin deseos me recoge las maletas,
murmurando burlas sobre mí.
Nunca seré bien recibido,
me delata el acento del altiplano

La noche se traga los ruidos
de una carretera que se tensa al avanzar
mi deseo de mirarte fijo
de lamer tu superficie
de respirar tus vapores
parece que tendrán que esperar.

Abandonamos la principal
nos adentramos en una trocha cualquiera
mi mente se hace fango
y mi corazón un vacío
pues todo lo que percibo parece ya vivido

El taxista sin deseos se detiene
en un lugar cualquiera de la noche cerrada
abro la puerta como frente a mi casa
y el golpe al olfato casi me noquea
mis pies quieren firmeza
pero se hunden con horror

A lo lejos un rugido
de animal feroz que jamás he conocido
parece que en su odio escupe espuma
y traga toda la tierra

Me acerco caminando como ciego en mundo nuevo
y con el pecho al rojo vivo
se erige justo frente a mí
un infierno gris
que se levanta desde el horizonte
dispuesto a atorarse
con mi pequeña humanidad.

 

 

*      *      *

 
 
3
 
Usted ha estado solo
desde siempre
en esta casa.
Ausente para la esposa
que dijo amar desde el primer día
ausente para el esposo
a quien dijo dedicarle la vida entera.
Pero olvidó el amor a la semana
Pero la vida también es propia
Y llegaron los hijos
una bendición del hogar
Y luego
un poquito después
son dolores de cabeza
Y la casa se llena de mugre y de polvo
Y los platos pegajosos de grasa
Y los cubiertos con costras de comida
Ya nada refleja su presencia
aunque esté presente todos los días
Igual que el polvo que llena el armario
así, tal cual
usted ha estado solo
siempre en esta casa
justo ahí
a mi lado
 
 

 *       *        *

 
 
 
Despotencia
 
Aquel hombre con despotencia
petrificado en un recital de poesía
¿de qué nos quería hablar?
 
¿Del miedo a las palabras aglomeradas
o a los aplausos que mojan sin llover?
 
Ahora no es más que un manojo de nervios
en el recital de poesía
pura ausencia entre los sonidos del espacio
 
Y nosotros
somos menos que eso
estatuas de sal en el recital de poesía
 
 

*        *        *

 
Terror
 
Ayer me invitaron
a ver una película de terror
pensé en excusarme
por tener dolor de mundo
pero siempre es bueno
superar todos los miedos.
 
La sala de cine llena
de almas a punto de estallar
Nos sentamos en las filas de atrás
donde escondo los escalofríos
 
En la pantalla
piernas cercenadas
sangre por hectolitros
huesos crujiendo
gritos
gritos y más gritos
 
En la sala
hurras y risas
Celebraciones y vítores
 
Todos juntos
unidos celebrando
mientras que mi miedo se va ahogando
en el letargo del terror.

 

 

*        *        *


 
Mi cuerpo es una caja
 
Mi cuerpo
resguarda lo valioso
protege de los golpes
aísla del sonido
 
Ha olvidado el tiempo
y se dedica a esperar
el momento adecuado
para cerrarse con llave
esa que tú tienes
y que revela mis secretos
 
Resuena entre recuerdos
refugia los deseos
anhela ser llenado
en espera de tus designios
 
Soy la caja
que se pudre en la intemperie
en la playa de tus deseos
a la espera de ser abierta
para contener todo tu cuerpo.

 

 

*       *        *


 
Manos limpias
 
¡Qué complejo es acercarnos!
¡Qué ilusorias las palabras!
¿Qué quieres que te explique?
¿Qué puedo hacer si no me escuchas?
¿Qué tan grande puede ser la distancia si no hay camino?
 
No damos un paso por temer la caída.
No decimos lo que sentimos porque nos han silenciado a golpes.
No hay argumentos ante la realidad de la indiferencia.
No quieres creerme porque no crees en ti.
No te esfuerces si no proviene de tus deseos.
 
Es como la ventana de mi cuarto
difícil de limpiar por su altura
distante de pasar nada sobre su trasparencia
 
No nos vamos a ensuciar las manos
por intentar tocar otra piel
nos resignamos a contemplar las narraciones que nos han creado
todos tenemos las manos limpias
y la mirada negruzca
 
Arrójame al vacío
y no contemples mi caída
que para escenas morbosas
tienes todas las noches frente al espejo.