ROBINSON QUINTERO RUIZ -COLOMBIA-

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PÁGINA 50

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Escritor, docente, comunicador social, traductor, gestor cultural. Actualmente dirige la Gaceta literaria digital Hojalata. Tiene publicados los siguientes libros: Tren de largo recorrido (prosa poética) 2007, El lado oscuro del trópico (crónicas urbanas) 2012, El mejor de los venenos (novela urbana) 2018, A todos nos ocurre el mundo (poesía) 2020, La vida se escribe todo el tiempo (Antología poética) 2021. Ganador del Concurso Nacional de Poesía Universidad Metropolitana 2008. Ganador del Concurso Nacional de Cuento Universidad Metropolitana 2008. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía Ciro Mendía 2008. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía Casa de Poesía Silva 2008. Tiene inéditos los siguientes libros: ¿Quién diablos contará nuestra historia? (novela), Una herida de jazz en el corazón (poesía), Nadie devora al mundo impunemente (cuentos). Textos suyos han sido incluidos en las siguientes antologías: Sólo la herida: Veinte poetas jóvenes colombianos, Poéticas del poema, Antología de jóvenes poetas del caribe, realizada por el poeta Rómulo Bustos Aguirre, Cuerpos Habitados, Antología de poesía Erótica, realizada por el poeta Hernán Vargascarreño, Antología del cuento caribe II, realizada por el poeta y gestor cultural Miguel Iriarte, Antología de poesía de la Revista Epigrama # 17-18, realizada por el poeta y gestor cultural Herbert Protzkar Andrade, Antología del Cuento Corto del Caribe Colombiano, realizada por el escritor Rubén Darío Otálvaro, Antología Cuentos de La Cueva por Colombia #4 y la edición especial para el municipio de Soledad, Antología de cronistas del caribe colombiano, realizada por el poeta y gestor cultural Miguel Iriarte.
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 ESTA ES LA VIDA EN ESTE MOMENTO

 

 

FRAGMENTO DE LA NOVELA    

 
 
   Has crecido escuchando decir a tu abuela Judith que tu padre cambió para mal su existencia desde aquel momento en que se aferró tanto a la lectura de ciertos libros. Ahora que estás por cumplir los diecinueve años te han entrado unas ganas enormes de saber cuáles fueron esos textos que cambiaron tan drásticamente la vida de tu progenitor, pero cuando le mencionas a tu madre Johanna esta situación, ella se queda en silencio y abre sus ojos de una manera desmedida, que de inmediato comprendes que no debes hablar de estas cosas en la mesa, frente a tus dos hermanos menores y mucho menos frente a Mario, su nueva pareja desde hace tres años.
   Desde que tu padre decidió quitarse la vida a los veintisiete años de edad, todo lo relacionado con él se convirtió en una especie de misterio. Nadie habla en voz alta de ello. Todo se redime a simples murmullos desde los lugares más solitarios de esta enorme casa donde siempre has vivido con tu familia. Ya han pasado doce años de este nefasto suceso y nunca ningún miembro de tu clan se ha dedicado a explicar esas situaciones confusas que rondan dentro de tu cabeza entorno a todo lo relacionado con tu padre Roberto. Bob, El Grande como el mismo se daba por nombrarse ante todo el mundo.
   Ninguna de sus pertenencias han quedado en casa. Nunca has sabido que se hicieron los afiches, las camisetas negras con los emblemáticos grupos de rock estampados a todo color, la colección de películas, libros y acetatos de jazz, los zapatos converse de variados colores, las gorras, las gafas de lujo y las fotografías a blanco y negro donde él aparecía.
   A veces crees que todo esto es un simple sueño que rueda sin ton ni son dentro de tu mente. Ya no eres ese infante de siete años que podían engañar de manera fácil. Acabas de terminar tu segundo semestre en la universidad pública, tienes novia y trabajas en tus ratos libres y siempre has sido un tipo independiente y autónomo con tus asuntos personales. Ya es hora que enfrentes ciertas realidades por muy dolorosas que sean. Tu novia, Janeth, es la persona que más te apoya en tu decisión de saber cómo fueron las cosas con tu padre, aunque ella también te dice que luego de saber todo lo relacionado con esta tragedia, debes hacer punto y aparte y comenzar una nueva vida.
   Hoy te vas a encontrar con ella en un bar donde trabajas desde hace seis meses, al lado de un par de amigos de infancia, a pocas cuadras de la universidad. Te acuerdas que ella te dijo que le llevaras un disco compacto con música bossa nova que se te ha olvidado en varias oportunidades. No solo le llevas este encargo, también le compraste fresas frescas, yogurt griego y un libro de segunda de Doris Lessing, el cual lleva una bonita dedicatoria a puño y letra que dice: La humildad es una virtud tan poco apreciada en nuestro mundo precisamente porque facilita la vida.
   Sabes lo mucho que a ella le gustan estos detalles. Esta chica merece la pena y se lo has hecho saber a tu madre, pero ella dice que debes tomarte todo el tiempo del mundo, que debes vivir un poco más la vida y conocer a otras mujeres. Ella no lo comprende. Eres de los que tiene la capacidad de conocer a primera vista a las personas fieles y honestas, directas e independientes, humanas y alegres. Y Janeth es de este tipo de personas.
   No estás con ella por el simple capricho de tener alguien al lado como novia, de tener a la mano una chica para tener sexo o divertirte como una pareja de novios normales. Los dos se han buscado porque necesitan crecer y vivir sus vidas a plenitud. Ya han planeado muchas cosas. No quieren una vida ni en Nueva York, Ni Madrid, Ni París, ni en Bogotá. Ya hay demasiada gente en esos lugares llenos de vértigo y deshumanización. Que sean otras personas las que se queden con el dinero, los autos lujosos, los teléfonos celulares, la ropa glamurosa, los restaurantes de moda, los edificios, la televisión por cable, las redes sociales.
   Ustedes son felices caminando las calles de esta ciudad bajo el sol o la lluvia, viendo caer la tarde en el infinito horizonte de una playa desierta, leyendo novelas gráficas y comics, tomándose fotos el uno al otro en las poses más irreverentes que se puedan conocer o escuchando las letras melancólicas de Tom Waits. O como ella siempre te dice: ―Hey Bobby, nosotros tenemos una sola cosa. Mira, mira nuestro corazón como late y se abre camino a la verdadera luz de la vida a través de las pequeñas cosas que hemos experimentado juntos.
   Estás de acuerdo con ella, cada día hay que buscar la verdadera grandeza de las cosas pequeñas. Ambos están aferrados a cualquier cosa que les dé una esperanza en medio de un mundo tan convulsionado y lleno de violencia. Ustedes están decididos a dar todo por la esperanza de un mundo más justo, solo para poder seguir viendo la vida a la que están acostumbrados, con los queridos objetos a los que están acostumbrados. Han luchado con todas sus fuerzas porque esas negatividades exteriores no derroquen el proyecto de vida que han comenzado a edificar, a pesar de tantos recuerdos amargos que les ha tocado compartir.
   Pero no solo piensan en ustedes, también piensan en toda esa pobre gente destrozada que no ha podido tener una oportunidad digna de algo en un país como Colombia. Solo hace un par de días el mundo se había convulsionado con la nefasta noticia de lo ocurrido con el niño Aylan Kurdi, quien fue hallado muerto en la solitaria playa de Bordum a causa de una guerra sin razón en Siria que lleva más de cuatro años.
   Piensas en las injusticias del mundo, en la posición de tu padre al tomar la decisión de quitarse la vida. Son solo conjeturas que ruedan en tu interior. Te gustaría tener algo que te ayude a revivir los momentos al lado de tu padre, pero parece que todos en casa están de acuerdo en no permitirte hallar un rastro, un fragmento, un breve esbozo de él. La voz de Janeth te saca de tus profundas cavilaciones.
   ―¿Adónde vamos a ir hoy? Es un viernes bastante lleno de energía. ¿Qué tal si nos quedamos un rato en casa de Mauro y Patricia? Compré estas dos botellas de vino que están en promoción en la sección de licores en Súper K. ¿siempre trajiste el cd de música bossa nova?
   ―¿Qué deseas que te conteste primero?― Janeth solo sonríe y te da un beso sonoro en la boca.
   ―Sí, ya sé que soy muy acelerada Bobby, espero me sepas entender― tú le entregas primero el yogurt y las fresas y luego le das el libro. La respuesta de ella es eufórica. Te estruja de una manera especial y tú intentas apartarte un poco.
   ―No es para tanto, chica. El libro lo compré de segunda y no sé si te guste. Es una elección más mía que tuya.
   ―Déjate de pendejadas, me conoces a la perfección, por algo eres mi novio. No me enredo con cualquier pelagatos. ―
   ―Estuve tentado de comprarte Bajo la misma estrella y Ciudades de papel de John Green, pero están agotados― Janeth te da una serie de golpes cortos en la zona abdominal. Tú la vuelves apartar con delicadeza. Luego le dices que vistes varios libros de Kundera, pero no te alcanzó el dinero. Ella te pregunta por los títulos y tú se los repites: La inmortalidad, La identidad, La broma, El libro de los amores ridículos, El libro de la risa y el olvido.
   ―Deja a ver si consigo algo extra de dinero y los compramos. Una de las cosas esenciales es ir creando nuestra propia biblioteca―
   A pesar de tu corta edad, sabes que tu vida y la vida de tu novia realmente no les pertenecen, pertenecen al mundo, y a pesar de todos sus esfuerzos por darle un sentido a éste, el mundo es un lugar que va más allá del entendimiento. Pero estando juntos pueden salir adelante. Tú lo sabes y lo sientes dentro de tu ser y estás dispuesto a luchar por ello y Janeth lo sabe también y te valora de una manera infinita.
   A ella le gusta que tú leas libros, escuches música, disfrutes del cine, la pintura y la fotografía. Que los días domingos siempre tengas un plan diferente para compartir a su lado. Que cuando caminan por las calles de la ciudad se detengan a mirar el atardecer, la lluvia, los transeúntes caminando por las aceras o el vuelo de los pájaros. No desean una vida intermitente, una vida sin sentido, una vida basada en lo absurdo, aunque compartan muchas cosas de lo que han leído en los libros de Camus, Sartre y Bataille.
   Al lado de ella te sientes lleno de vida y posibilidades positivas. Juntos han tomado la determinación de no ir nunca a la capital. Bogotá es un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, y por lejos que logres llegar, por bien que llegues a conocer sus barrios y calles, siempre te deja una sensación de estar perdido. En cambio en Barranquilla las cosas son totalmente diferentes, mucho más en la zona en que ambos han crecido.
   Te encanta irte a pie hasta la parte del centro. Tu madre te ha dicho, cierto día, que tu padre te llevaba de niño en sus recorridos de fin de semana, subido en sus hombros y en otras ocasiones en la cesta que le mandó a colocar a una vieja bicicleta que aún está tirada en un cuarto de chécheres al fondo del patio. Pero no te gusta pensar en estas cosas. Te agrietan en tu interior de una manera sorprendente. No sabes por qué esta extraña sensación interna ante la pérdida de tu padre, si no tienes momentos memorables que te hagan sentir de esta forma. Tu padre es solo eso: una palabra y listo. Pero deseas elaborar algo más cercano a lo que en verdad fue. Tienes esa corazonada desde hace tiempo. Debe haber algo valedero que poder rescatar. Pero prefieres pensar en otras cosas más agradables y te detienes en los gustos de tu novia. A ella el mar le parece una de las cosas más maravillosas que ha visto hasta entonces. Es grande y profundo, mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Cambia de color, de forma, de expresión según la hora, el tiempo y el lugar. Y le encanta mucho más desde que comenzó a compartir atardeceres a tu lado mientras le recitas poemas de Alejandra Pizarnik al oído.
   Y tú le dices que leer poesía es un alimento equilibrado para el alma, a pesar de abrir los ojos de la conciencia y acercarlos más al dolor de estar en medio de un mundo tan convulsionado, ¿por qué continuar engañándose a merced de un mundo efímero y falso?; conducido por un instinto ciego como lo que acontece en la obra de Saramago, Ensayo sobre la ceguera. La poesía ha hecho que ustedes se alejen de esa fuerza engullente del capitalismo masivo. Ustedes han sentido que se alejan lentamente de los otros. Cuanto más se adentran en la grandeza de las cosas pequeñas que comparten, más se separan de este mundo vacío, pero más solos están. Tu soledad y la de Janeth los ha arrastrado demasiado lejos, triunfa sobre su angustia pero no sobre la de los otros. Y piensas en tu madre, en tu abuela, en tus otros familiares y amigos.
   Leíste que cuando alguien ha aprendido a vivir a solas con su propio sufrimiento, apenas le queda nada que aprender. No recuerdas dónde está escrito, pero sí que mientras lo leías, tu madre te preguntaba si habías ido a visitar en el último mes la tumba de tu padre al cementerio y te quedaste callado. Nunca respondes esta pregunta de tu madre. Piensas que es demasiado injusto obligarte a ir a visitar la tumba de alguien de quien no tienes recuerdos intactos. Pero así son la mayoría de las cosas dentro de tu seno familiar.
   Ante esta situación Janet siempre te recuerda que la humanidad es muy adaptable. Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación. Son tiempos donde la gran mayoría hace las cosas en busca de beneficios particulares. Quizás para ellos, el no comentar nada acerca de la vida de tu padre y su trágico final te salva de algo, pero quizás ellos están buscando con esto salvarse a sí mismos. Tú por tu parte has creado una fortaleza interior, aunque a veces sientes que te rompes en diminutos fragmentos, que tus sueños e ideales carecen de forma o peso. Te gustaría creer que esto no es más que un cuento que estás contando. Necesitas creerlo. Debes creerlo. Los que pueden creer que estas historias son sólo cuentos tienen mejores posibilidades en un mundo como este. Y te sientes infinito de tener a tu lado a alguien como Janet.
   Juntos han aprendido a vivir el presente, sacando el mayor partido de él, es todo lo que tienen y trabajan de manera ardua para mejorar cada día. Han aprendido a susurrar casi sin hacer ruido. Han aprendido a leer el movimiento de los labios con la cabeza pegada a la cama, tendidos de costado, se observan mutuamente y el universo entero bulle en la profundidad de sus cuerpos. Son estos pequeños detalles los que forman el dibujo de tu vida, como esos tapices tejidos a mano que son especiales precisamente por los pequeños defectos de la trama, por esos agujeritos, nudos e imperfecciones que los hacen irrepetibles.
   La muerte de tu padre no te ha colocado en desventaja, todo por el contrario, te ha dado una fuerte motivación de seguir viviendo y seguir disfrutando tantos placeres elementales. Te estremeces al darte cuenta de lo fácil que es equivocarse con las personas, de lo sencillo que es quedarse con una parte insignificante de ellas y confundir esa parte con el todo, de lo poco que cuesta mezclar las causas con las consecuencias y al revés. Dentro de tu núcleo familiar se han quedado con el suicidio de tu padre, pero ninguno exalta el hecho de haber vivido siete años al lado de tu madre, haberte traído al mundo, haber sido responsable con las cosas del hogar.
   Tu padre no dejó ninguna herencia material, pero tampoco dejó deudas, ni hijos con otras mujeres, ni nunca fue un hombre violento. Mientras estuvo vivo les brindó amor, entrega y dignidad. Solo que fue un hombre muy ensimismado, callado, poco sociable. No se le recuerda por haber sido un hombre festivo y dicharachero. Disfrutaba de a mucho el peso de su soledad. Meses antes de su suicidio, decidió retirarse del lugar donde trabajó por más de diez años, la vieja biblioteca del distrito. Nadie sabe por qué decidió retirarse. Nunca más regresó a ella. Y en casa nunca dijo nada al respecto. Entonces es cuando te das cuenta de que el tiempo no importa. Es entonces cuando comprendes que hay momentos que duran para siempre. Aunque ya hayan pasado, siguen ahí; aunque mueras, esos momentos van a continuar suspendidos, girando, extendiéndose eternamente. En ellos cabe todo. En ellos reside el sentido de tu existencia. Esto te motiva a buscar a como dé lugar un esbozo certero de tu padre. Por este motivo te has citado hoy con tu novia Janet. Entre los dos desean develar este misterio singular y nada los va a detener.
   En muchas ocasiones te sorprende la nitidez de los pocos recuerdos que tienes de tu padre y la manera en que has adquirido una conciencia más atenta de los demás, de ti mismo. De todos los lugares que has visitado. Mientras van rumbo a casa de Mauro y Patricia observas el paisaje a tu alrededor. Es un atardecer profundo. El viento mece la copa de unos árboles enormes que están ubicados en el parque de La Plaza de la Paz. Algunos han perdido muchas de sus hojas secas. Parecen suplicar al cielo algo indescifrable, pero vital que te llena de una tranquilidad interior sorprendente. Es tanta la acción de ello que hasta en tus huesos la puedes sentir. Abrazas a Janet de una manera sutil y ella te mira a los ojos con una devoción casi palpable. Se van movilizando en un bus articulado del sistema masivo de trasporte de la ciudad. Se detiene unos momentos en la estación de la catedral. Tanto Janet y tú observan a los transeúntes que merodean por el sector. Gente de toda clase, en especial jóvenes buscando el vértigo de la noche que se aproxima. Muchos portan atuendos, cortes y accesorios llamativos. Gente de la noche como en la pegajosa canción de Jovanotti. Janet parece leer tus pensamientos y tararea a tu oído la canción. Un grupo de chicos vestidos totalmente de negro y con patinetas suben raudos por las escalinatas del parque. Parece un ritual sincronizado. Arriba unas cuantas nubes de color magenta viajan en silencio. Todo parece parte de un mismo organismo, células de un mismo ser vivo. Todo lo allí presente se mueve así, como si fuera una manada en busca del confín de esta extraña realidad.
   Y así como reza en la canción de Jovanotti, Janet y tú, sienten la urbe en estos momentos al filo de la tarde. La noche es hermosa, pero tiene su lado salvaje por estos lados. Es como si la ciudad tomara un gran respiro y comenzara a brotar de ella toda una serie de personajes hechos a la medida. Seres que se logran trasformar con la llegada de las sombras. En este sitio late la ciudad al desnudo. Es un corazón hambriento y vital.
   Vuelves a recordar a tu padre. Janet también se da cuenta de esto. Ambos saben que cuando una persona fallece, sus acciones comienzan lentamente a reemplazar a su cuerpo, hasta convertirse en sustituto concreto en este mundo. Se trata de todo un proceso inevitable. Algo que pasa de una generación a otra como las costumbres tribales de muchas comunidades en el pasado o como ese otro proceso que se da con ciertos objetos de utilidad, tales como sillas, platos, puertas y viviendas, que parecen temporalmente infundidos al espíritu de sus antiguos dueños. Por eso en ti esa necesidad imperiosa de descubrir los textos que tu padre leyó y conservó. Quizás en ello hay un rastro certero de quien fue y por qué tomó esa decisión de quitarse la vida a sus veintisiete años de edad.
   A Janet le encanta a rabiar esa serenidad que portas a toda hora. A ti te fascina su femineidad. O cuando están acostados en la cama o en un sofá leyendo poemas de Rilke o Whitman y ella descansa su cabeza sobre tu pecho y la sientes sonreír cuando entonas de esa manera particular los versos que más te gustan. Sentado junto a ella, tienes la sensación de que se halla siempre más o menos por delante de ti, lo que te obliga a correr para perseguirla y, al fin, depositar tu mirada sobre el dorado vello de sus esbeltos brazos y te preguntas qué es lo que hay en ella que no logras aprehender. Pero ese vacío interior que a veces aparece no te logra destruir del todo cuando estás a su lado. Tal vez compartir este gusto por la literatura y el arte en general los ha hecho tan especiales.
   Ustedes no solo devoran poesía con un entusiasmo sin límites, también tienen una alta devoción hacia los textos narrativos. Saben a la perfección que las novelas tratan de las vidas de gente en particular. A través de estas vidas literarias, ustedes han ganado experiencias emocionales e intelectuales que de otro modo no podrían experimentar y esta situación los ha protegido. Las emociones que han vivido a través de lo que leen nunca las han tomado como ficticias. Las emociones han sido reales y las experiencias imaginarias que han obtenido a través de ellas han afectado sus vidas. A Janet le encanta en particular las novelas de Toni Morrison: Volver, Paraíso, Una bendición, Ojos azules. Pero la más especial es La canción de Salomón. A ti te atrae mucho la literatura de Coetzee. Janet te ha regalado muchos libros que tú conservas como si fueran talismanes de esperanza. No te cansas de leerlos una y otra vez. La edad de hierro, Verano, Infancia, Juventud, Desgracia, Hombre lento y la más especial para ti: Esperando a los bárbaros.
   Han llegado al destino. Se bajan en una estación poco transitada. La casa de sus amigos no queda a mucha distancia. Janet y tú se detienen en una tienda a comprar algunos pasabocas. Ustedes tienen una relación particular con esta pareja que lleva tres años de estar viviendo juntos. Ellos son un poco mayores que ustedes. Mauro está por cumplir los veinticinco y Patricia ya cumplió veintitrés hace cuatro meses. En cuanto llegan al modesto apartamento, Patricia coloca música a un volumen moderado. Es una versión especial de la canción Purple Rain en la voz de Etta James. Mauro está en la cocina preparando jugo de maracuyá para mezclar con la botella de aguardiente que ustedes han traído. Janet coloca los pasabocas en la mesa de la sala y se dispone a mostrar el libro que tú le acabas de regalar. Mauro llega y los saluda de manera efusiva. En la pared principal de la pequeña sala hay fotografías a blanco y negro. Son réplicas de algunos trabajos de la fotógrafa norteamericana Vivian Maier. Grandes episodios de vida se ven reflejados en estas fotografías. Ustedes cuatro allí, reunidos, la voz de Etta James y los acordes de la guitarra acústica. Piensas que así debe ser siempre la vida en cualquier momento. Mauro interrumpe tus pensamientos y te muestra un libro de un autor que muy poco has leído: Charles Baxter. Es una novela titulada Primera luz. Te sientes conmovido al sentir esta extraña sensibilidad de captar el mundo cuando compartes al lado de tu novia y este par de grandes amigos. Gracias a situaciones como esta deseas poder apropiarte de esas partes del pasado al lado de tu padre, pero que por más que te esfuerces no logras recordar. Pareciese como si tu vida hasta este momento fuese una novela escrita donde hay una mezcla de las inquietudes humanas, la identidad en algunas personas y esos fantasmas del pasado que te siguen a donde quiera que vayas. Deseas con todas las fuerzas poder repasar ciertas instancias en la vida de tu padre, descubrir las experiencias que lo llevaron a tomar una decisión tan drástica como quitarse la vida a sus veintisiete años. Quisieras poder avanzar por tantos detalles cotidianos con el inexorable empujón de la memoria, pero nadie en tu familia se presta para brindar un rastro mínimo de algo. Esta situación te ha hecho ser un joven abrazado a una especie de tristeza ligera, pero también de una fuerza extraordinaria que te lleva a ser reflexivo y complejo al mismo tiempo. Solo Janet te puede dimensionar y comprenderte. Es que ella, sin duda, tiene una manera particular de percibir las relaciones humanas y ese tipo de amor en que ustedes se ven siempre reflejados.
   Por la apariencia que tiene todo, bien puede ser que la felicidad está hoy en el aire. Dejas de lado por unos segundos el recuerdo de tu padre y te centras en la amena conversación de tu novia y tu amiga mientras Mauro coloca ahora un poco de música de Nina Simone.
   Te das cuenta de algo bastante esencial, a veces, la vida abre los ojos en la oscuridad. Una sensación como de multitudes ciegas e inquietas, que pasan por las calles camino de un milagro, mientras tú, invisible, permaneces inmóvil, a la espera de un gran suceso, a la espera de un maravilloso despertar, a la espera de un comienzo feliz al lado de Janet y todos tus seres queridos, incluso, al lado de ese profundo recuerdo de tu padre que insiste en ser parte del aire y esa felicidad que ahora sientes en tus huesos como una dicha compartida. Ahora lo sabes, un día vas a librarte de todo. Sentirás el soplo de la muerte bajo las alas y serás más tierno y más salvaje que aquí.
Te levantas con el vaso de licor en la mano y bajas el volumen del estéreo. Todos los presentes saben que vas a dar una especie de alocución. A Janet le brillan los ojos de una manera vital. Mauro y Patricia están expectantes. Con un tono de voz sereno, lanzas tu apotegma en medio de esa paz reinante:
   ―Sé que no he vivido mucho. No tengo grandes experiencias existenciales, pero los tengo a ustedes y he podido aprender que en cada minuto entero que uno alberga en su interior hay un declive de una historia claudicante y quebrada, pero también debo decir que aquí se respira una enorme paz, una dulzura, como la que he sentido a veces cuando leo un buen libro. A todos ustedes se los puedo jurar, hoy tengo la fuerte impresión de que viene un tiempo mayor para nuestras vidas, y lo mejor, cuando esta felicidad nos llegue, vamos a estar juntos hasta la eternidad…