ERNESTO MONTEMAYOR VARELA -MÉXICO-

Unas notas sobre Rapunzel,
o Cómo Descubrí la Psicología Aplicada a los Cuentos de Hadas
 
 

Ya en algún momento el mismo Freud habría de hacer énfasis en la relación existente entre los sueños y la poesía, o entre los sueños y los mitos. Y desde los primeros tiempos del psicoanálisis fue obvio que el análisis de sueños podía ser aplicado a creaciones humanas de alto contenido onírico, como los cuentos de hadas y las historias folklóricas, que en un grado a veces muy sutil y en otras hasta exagerado son capaces de dejar entrever elementos como el juego entre estructuras psíquicas, o que narran la evolución de la mente del individuo de modos a veces incluso, demasiado obvios, como es el caso de la historia del mismo Edipo, que cuenta la tragedia de manera tan sencilla y directa, que Freud mismo usó el nombre en la nomenclatura de su nueva ciencia.
Y es que, en el fondo, la humanidad siempre ha sabido a través de sus chamanes, de sus médicos brujos, de sus visionarios y magos, y finalmente confirmado gracias a la psicología, que en el fondo de nuestra mente, de nuestro espíritu, los mensajes se esconden y se entremezclan, confundiendo a nuestros sentidos al tiempo que permiten que un poco de ese significado llegue a nosotros. ¿Qué más podría ser un cuento de hadas, sino un mensaje de un “inconsciente transgeneracional”, por llamarlo de algún modo?
Así, el probar de vez en cuando el significado de un símbolo, de un elemento común entre varios cuentos o historias, nos resulta útil para trazar la ruta por la cual los pensamientos de la humanidad han pasado. La idea original de este ensayo incluía el análisis de otras historias y mitos donde el cabello ocupa un papel primordial, sin embargo, no fue posible por las fechas de entrega. De todas formas, pensamos que este trabajo es más que completo por sí mismo.
Comenzaremos este ensayo dando un breve repaso de la historia de Rapunzel, para aquellos que no la hayan leído (cosa improbable) o para aquellos que no la recuerden bien pues hace tiempo que no la leen (situación común). Para este propósito, usamos tres ediciones de este cuento, dos de ellas se encuentran como recursos en línea, una de Robert Godwin-Jones, del Departamento de Idiomas Extranjeros de la Virginia Commonwealth University (que se encuentra tanto en alemán como en inglés), así como otra versión en línea en español. Los datos completos de las tres versiones del cuento se encuentran al final en las bibliografías.
 
Antes de hacer la sinopsis del cuento, creemos que es válido hacer una observación oportuna del título de la historia. Es interesante hacer notar que el idioma español esta historia ha sido traducida y adaptada bajo diferentes títulos, aparentemente intentando mantener el sentido del nombre original: Rabanita, Nabiza, etcétera.
 
En alemán, la expresión rapunzeln, vagamente traducible al inglés como rampion o incluso a veces solo como rapunzel, se refiere a una planta de la misma familia que la lechuga y la espinaca, de grandes hojas, cuyo nombre común en español es gualdilla (y nabiza siendo otro probable nombre común) y cuyo nombre científico es reseda phyteuma.
Un hombre, por instrucciones de su mujercita, un día decide ir a robar de la hortaliza del jardín vecino, pues la mujer dice que fallecerá si no puede comerse unas deliciosas guindillas que ahí había. El hombre, entonces, rompió con la ley. La mujer se comporta de modo impulsivo, descontrolado, descarriado. Como si de una u otra forma careciese de imposiciones morales con tal de saciar su deseo. Así, podemos decir que de cierta forma la mujer representa al ello, y el marido que se enfrenta con la realización del deseo y se enfrenta a la ley externa, a la realidad, representa de cierto modo el yo.
Aquí conviene hacer una pausa y hacer notar un detalle: la narrativa de la historia, por el orden de los sucesos, sugeriría que o la bruja sabía que la mujer esperaba a una criatura, o que de alguna manera las nabizas de la bruja sirven como preparado mágico que ayuda a la mujer a concebir. Pero hay un dato curioso: La mujer estaba desesperada por un antojo, y las mujeres embarazadas comúnmente tienen antojos. Es posible, en un nivel de análisis no psicológico, decir que la madre de Rapunzel ya esperaba a una criatura en su vientre cuando ocurre el altercado con la bruja y sus hortalizas. Esto, por supuesto, no justifica la actitud infantil y caprichosa de la mujer, pero por lo menos explica el origen de su insaciable apetito.
La bruja, aunque en análisis jungiano representa el poder destructivo del ello, aquí de alguna manera esto se contrapone con su función de conciencia moral, al ser ella la fuerza que castiga a los padres por romper la ley: venganza (digamos social) pues la bruja lanza su condena y le toma a la hija primogénita por lo robado (curiosa similitud con la historia de Rumpelstiltskin, en donde es a cambio de un favor). Parece que se va un poco al extremo aquí la conciencia moral, convirtiéndose en la fuerza revitalizante: una hortaliza profanada no parece vale tanto como una criaturita. Ahí se representa magníficamente las desproporciones del superyó.
De hecho, nuevamente saliendo del análisis meramente psicológico, la bruja parece actuar en principio pensando en el bienestar de la niña del mismo modo que una trabajadora social lo haría en el caso de una disputa de la patria potestad por irresponsabilidad en los padres: ¿qué tipo de educación podrían darle a la niña una madre caprichosa e inmadura, y un padre sin firmeza de carácter y que además ha caído en actos delictivos? Viendo las cosas de ese modo, e independientemente del juicio común de preferir a los padres originales (biológicos) de la criatura, una corte normalmente se inclina por la mejor educación, trato, etc. Y aquí hay otra cosa importante: La importancia del robo, antiguamente, era mayor que ahora. Incluso a principios de siglo, en México, no era raro escuchar cosas como “mi hijo podrá matar, pero sería incapaz de robar”. Solo basta platicar con los abuelos y bisabuelos sobre anécdotas de antaño de zonas rurales, para darse cuenta. Además, como hemos dicho antes, la bruja actúa como un superyó demasiado férreo, usando la ley del talión para hacer justicia (ojo por ojo, robo por robo...).
Rapunzel vive feliz y contenta, y como una niña normal hasta los doce años (cuando se marca actualmente el inicio de la pubertad, y una edad ciertamente casadera en 1700-1800). Es entonces cuando Rapunzel muestra su belleza que comienza a florecer, y la misma historia dice que llegó a ser la niña más hermosa de todo el mundo. Y es justo entonces, cuando la bruja encierra a Rapunzel en una torre. Ésta puede ser interpretada meramente como un símbolo fálico (cosa en sentido estricto freudiano) pero además tiene otra significación importante: Al ser una torre alta, en medio de un bosque, sin puertas ni escaleras y con una única ventana, ocurren varias cosas. Primero sirve para mantener la inocencia de Rapunzel al alejarla de la mundanidad y la banalidad del mundo, alejando a la hija en esencia de cualquier objeto de deseo que pueda encontrar. Así, la pubertad de la protagonista es vivida en aislamiento y reclusión, en un acercamiento físico al cielo y lo sagrado (lo alto de la torre), y aislada de cualquier persona, excepto la vieja bruja que la protege, siendo esto una reminiscencia de los ritos de socialización usados para el reingreso de los jóvenes a la sociedad para su paso a la adultez.
Estos ritos de separación y reingreso en las mujeres se caracterizan por el aislamiento, y en los hombres se caracteriza por un aislamiento y una búsqueda de algún trofeo, animal sagrado u otra cosa que sirva para demostrar su virilidad. Y aquí entra nuestro príncipe, que encaja en el esquema perfectamente.
Pues Rapunzel, siendo toda una pubertina en plena efervescencia y voluptuosidad de impulsos pecaminosos y reprochables se aparta de las pasiones carnales y circunspectas... pero la carne es débil, como la vieja bruja ya lo sabía, y un joven mozalbete "trepa," y se escabulle, burla a la conciencia moral (la bruja) y a las defensas que reprimen el deseo sexual (la torre) llega usando el cabello de Rapunzel como escalera, del mismo modo que la bruja lo hace. Y he aquí que el cabello en la literatura psicoanalítica tiene cierto grado de significación sexual, y siendo una torre alta y grande... podríamos arriesgarnos a decir que el solo hecho de trepar a la torre por la trenza puede ser un acto sexual simbólico y bien la cárcel es el yo sometido a los caprichos del superyó (el guardián) e intentando conciliarse con los impulsos del ello.
Aquí debemos pensar en algo, que podría pasar desapercibido: ¿si el acto del príncipe de trepar la torre por el cabello de Rapunzel es un acto sexual, que hay de lo que hacía la bruja diariamente? Si la bruja realmente es el superyó que nosotros pensamos, no pasa nada. Pero si la connotación negativa de la figura de bruja es tomada en cuenta, y hacemos un esfuerzo analítico, en un nivel profundo la bruja es una figura contra la cual el príncipe lucha para conquistar el objeto de su deseo, y en ese sentido, Rapunzel en si a pesar de ser el personaje principal de la historia solo se convierte en el objeto deseado y se transforma, empezando como el deseo de un hijo del matrimonio, que se transforma en el deseo por una planta determinada (y las plantas normalmente representan el aspecto femenino del acto sexual en la mitología de diversas culturas) y finalmente se transforma en el objeto sexual del príncipe. Antes de pensar en tales concepciones, hay que recordar que dentro del inconsciente no existe temporalidad, y no existen contradicciones, y las representaciones de sueños y demás creaciones oníricas pueden superponer diversos significados a la misma imago, a un mismo objeto. Entonces muy bien la bruja puede ser el superyó firme y exigente, pero también podría ser una figura más que persigue la satisfacción de un deseo, del mismo modo que Rapunzel o el príncipe.
El príncipe sólo visita de noche a Rapunzel (la noche, oscura como es siempre se relaciona con lo malo y con lo prohibido) mientras que la bruja la visita durante el día. El príncipe le propone matrimonio a Rapunzel, quien acepta sin rechistar pues desea alejarse de esa torre y la bruja que la retiene. El superyó ataca de nuevo: La bruja descubre al príncipe, le saca el susto de su vida al llevarse a Rapunzel al exilio (después de cortarle el cabello, siendo esta una castración simbólica común entre los niños) y él cae de la torre y pierde la vista al caer sobre espinos que hieren sus ojos. Nuevamente la ley del talión está presente: Por haber visto aquello que debía estar vedado no volverá a ver. Curiosamente, parece una coincidencia sacada de una maldición como una tumba egipcia. Rapunzel es puesta en medio del bosque y abandonada a su suerte, despojada de aquello que le permitió la entrada a la lujuria en un primer momento —que es su cabello— pues de ese modo tal vez no vuelva a ocurrir. Aparentemente la bruja pasa su gran ira, y se rinde, ya no quiere continuar en posesión de su hija adoptiva.
Es entonces en donde se muestra la maduración del yo: Ya no necesita ser reprimido constantemente por el superyó, ni se deja llevar vanamente por el impulso del ello. Finalmente, al encontrarse de nuevo el príncipe y Rapunzel, las lágrimas de ella curan sus ojos, cerrando las heridas y los traumas del pasado, “dejando entrar la luz” en sus ojos. Así se marchan al reino donde se casan —después de que la búsqueda del joven termina, y el aislamiento de la joven termina— como las tradiciones y lineamientos sociales indican. De ese modo, cumplen con sos deseos sin caer en extremos irracionales infantiles (como la madre) al tiempo que siguen las leyes de la moral y el orden social, sin caer en la santidad absurda del aislamiento (como la pubertad de Rapunzel y la actitud de la bruja). Y como siempre en estos casos, vivieron felices desde entonces. Esta es la historia de una niña en su transformación a ser mujer, y el establecimiento de su identidad sexual normal (heterosexual), y como alcanza su vida plena.
 
La conclusión de este trabajo es simple: no hay que andar deseando los vegetales ajenos. El análisis de este cuento nos permite entrever en un cuento popular la formación de las estructuras psíquicas del individuo, así como las múltiples capas sobre las cuales trabaja el inconsciente a la hora de establecer las interrelaciones simbólicas. Otra cosa importante sobre este cuento es que permite establecer el análisis desde diferentes niveles y perspectivas, pues como debe haber sido obvio en este ensayo, no solamente los aspectos psicoanalíticos pueden ser tomados en cuenta para un análisis más completo.
 
Bibliografía
 
Textos:
Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños, cap. 10 El sueño y la poesía, cap. 11: El sueño y el mito.
Freud, Sigmund. Dreams in Folklore. New York: International Universities Press, 1958.
Hnos. Grimm. Cuentos de los Hermanos Grimm. “Rabanita”. Editores Mexicanos Unidos, S.A., México 1985.
Heisig, J. W. (1977). Bruno Bettelheim and the fairy tales. Children's Literature, 6(1), 93-114.
Fromm, Erich. The Forgotten Language; an Introduction to the Understanding of Dreams, Fairy Tales, and Myths. New York, Grove Press, 1957.
 
En Internet:
Virginia Commonwealth University. 19th-Century German Stories. Web editions for language learning & literary study
http://www.vcu.edu/hasweb/for/menu.html
Heidi Anne Heiner. SurLa Lune Fairy Tales Page. Incluye muchos cuentos, entre ellos Rapunzel, y anotaciones sobre diversos fragmentos. Está incompleto el de Rapunzel, pero sirve como buena guía.
http://members.aol.com/surlalune/frytales/
 

                   >

PÁGINA 22

 

Ernesto F Montemayor Varela es escritor, psicólogo y maestro en ciencias de la salud. Con frecuencia reconocible en la calle por sus sombreros, actualmente con publicaciones cortas desde ensayos y divulgación científica hasta cuentos breves, solía ser profesor universitario antes de la pandemia.