ANTONIO UREÑA GARCÍA -ESPAÑA-

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PÁGINA 27

 

 

Doctor cum laudem (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación, Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como escritor, ha publicado ensayos y relatos en diferentes revistas y medios electrónicos. Es coordinador del Proyecto Internacional Leer es un Derecho y editor de la Revista Tiempo de Poesía.
         En sus escritos - ya sean relatos, ensayos u otras formas literarias- persigue promover la reflexión crítica sobre la cultura y sociedad actuales a modo de herramienta que colabore a hacer frente al letargo en el que nos intentan sumir. Colaborador habitual de diversas publicaciones electrónicas tanto españolas como internacionales, entre las que destacan: la revista Diafanís. Arte, Ciencia y Comunicación (Argentina) de la que forma parte de su Consejo Editorial y el diario Panorama Cultural (Colombia)
         Como Investigador en Ciencias Sociales, es especialista en Latinoamérica; región donde ha realizado diversos trabajos académicos, así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, habiendo sido distinguido por el Estado Venezolano con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Clase.
           Durante los últimos tiempos, además de un buen número de artículos ha participado en  publicación Antología Elipsis Internacional  y ha publicado la novela La Dama de la Maliciosa. (Indie, 2021).
        Sobre su estilo literario, María Arévalo Lanceros - filóloga especialista en Literatura Latinoamericana, ha dicho en la revista literaria Karmetsa (México, mayo, 2021)
(...) "Destaca por el uso de las voces, la facilidad para crear personajes vívidos con los que nos es fácil relacionarnos y cuyo descubrimiento nos hace estar seguros de decir como dijo Joyce Carol Oates "la lectura es el único medio a través del cual nos deslizamos, involuntariamente, a menudo sin poder hacer nada, a la piel de otro, a la voz de otro, al alma de otro".
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Meigas.
 
          - Abuela: por qué me pusiste un nombre tan raro.
          - ¿No te gusta, cariño?
          - Sí, a mí me gusta mucho, pero mis amigas dicen que es un nombre muy raro. Además, ellas tienen dos fiestas al año. Una por su cumpleaños y otra por su “santo”. ¡No es justo! ¡A ellas les hacen regalos dos veces y a mí solo una… ¡
 
          Sentada frente a la ventana de la casa que había heredado años atrás, situada en una tierra donde no había nacido, pero en la cual identificaba sus raíces mucho más en que la ciudad, a la que permanecía anclada, que no arraigada, tan solo por motivos de trabajo. En esa casa situada frente a las montañas, recordaba con una sonrisa dicha conversación. Su madre decía que el nombre fue elegido por la abuela, quien sí había nacido en esos paisajes. Tal nombre ahora le encantaba, pues, y eso era lo más importante, le otorgaba una identidad.
 
          - Tus amigas pueden celebrar dos fiestas y reciben regalos dos veces, claro. Pero solo dos veces.
          - ¿Solo dos veces? ¡Qué suerte! ¡Y por qué yo solo una!
          - No cariño, tú recibes regalos en muchas ocasiones. El problema es que no te das cuenta. - Ante los ojos de asombro de la pequeña, continúo el relato mientras acariciaba dulcemente su pelo. – Aunque presuman de su nombre y el tuyo les parezca raro, es suyo es mucho más feo. ¿Sabías que esas santas que celebran fueron, sobre todo, mujeres a las que mataron a lo bruto hace muchos años? – Lo cual provocó un gesto mezcla de asombro y miedo en la nieta.
          - En cambio tú – continuó – llevas el nombre de algo vivo; algo muy importante para mantener la vida en el bosque y también para curar enfermedades, como son los helechos, Mamá te explicó el significado de tu nombre. ¿No? – la niña asistió con la cabeza.  - “Helechal” o “tierra de helechos”. Como te guste más.
          - ¡Si a mí me gustan los dos, pero yo no veo esos regalos que dices!
          - Pues te diré algo: no solo los ves, también los oyes. Cuando paseamos por aquellas montañas vemos unos bosques preciosos, llenos de árboles diferentes, pájaros y otros muchos animales. ¿Te acuerdas de las ardillas? – la niña sacudió afirmativamente la cabeza mientras su rostro se iluminaba-  Pues si no existieran los helechos, en esos bosques habría muchos menos pájaros, o muchas menos mariposas de esas que tanto te gustan.
           - ¿Y también menos ardillas?
          - También, cariño, también.
          - ¿Entonces: los helechos son muy importantes?
          - ¡Mucho, cariño! ¡Mucho!
          - ¡Ahora entiendo lo de los regalos! ¡Gracias, abuela, por ponerme un nombre tan bonito!
 
    Desde ese día; desde esa conversación, Iranzu empezó a sentirse parte de aquella tierra, y a sentir igualmente cómo alrededor de su nombre se reunían siglos y siglos de tradiciones vinculadas al conocimiento y cuidado de la naturaleza, pero también al cuidado de los demás, buscando en esa misma naturaleza, remedios para el alivio del dolor y el sufrimiento. También siglos y siglos de rechazo y de lucha frente una sociedad injusta, donde unos pocos ostentaban derechos que debían de corresponder a toda la población, habiéndolos convertido en privilegios exclusivos.
 
Ahora, recordaba esta y otras conversaciones con la abuela: aquellas en las que le hablaba de las  “hermanas de las montañas” o  mendietako ahizpak, en Euskera: lengua hablada en esa parte de Navarra[1], y lengua de su propio nombre.  Muchas veces había recordado cómo ella le hizo sentirse orgullosa de no llevar ningún nombre vinculado con la iglesia; entre otras tantas otras cosas, porque esa iglesia había acusado, perseguido, e intentado exterminar a aquellas mujeres, quienes ponían en entredicho sus dogmas o su poder. A aquellas brujas, afirmaban.
 
          Como se decía en otra lengua del estado español, meigas, habelas hailas [2]. - Y es que siempre  -pensaba Iranzu moviéndose entre la ironía y la seriedad -  ha habido mujeres volando sobre escobas; bueno sobre escobas u otros enseres domésticos a los que querían amarrarlas; como también sobre sus cuerpos, valorados como simples úteros para la reproducción; herramienta para el trabajo en la casa, el campo  el cuidado de la prole y simple objeto de placer masculino.
 
           A lo largo de la historia han tendido variadas formas de manifestarse; variadas armas con las que luchar y variados desafíos a los que enfrentarse. Por ejemplo, en la Edad Media, durante los siglos XII y XIII, aparecieron las trovadoras o trobairitz. Pertenecientes a familias nobles, y por ello con posibilidades de acceso la educación - si bien, por regla general, la misma les estaba privada dada su condición femenina- reivindicaban en sus obras, escritas en lengua de oc u occitano, hablado actualmente en el sur de Francia, la belleza, la felicidad, o el deseo en la relación amorosa, en algunos casos en un contexto de magia y fantasía. Un amor dirigido a caballeros, trovadores y, también, a otras mujeres. 
 
          - ¿Qué tendrán que ver estas mujeres de hace siete u ocho siglos, con las de ahora? – se preguntaba Iranzu mientras las evocaba.
          - Al menos, conmigo: mucho. - Dijo, respondiéndose a sí misma. Además de heredera de las tradiciones seculares, también se sentía heredera de cuantas personas, sobre todo de cuantas mujeres, habían luchado a favor de la equidad y la justicia social. Por otra parte, no era ni mucho menos el primer artículo o libro que leía, donde se afirmaba que vivimos en una nueva edad media.
 
          Antes, desde la religión; ahora, desde los de medios de comunicación masivos, se quiere imponer la ignorancia y el oscurantismo. Antes, frente a los manejos de la iglesia o la nobleza; ahora, frente a los manejos de los poderes económicos, con un desprecio por la verdad objetiva frente a los relatos manipulados, las falsas noticias y la propaganda de un sistema corrupto e injusto que se proclama como en mejor de los posibles. Al igual que en la edad media, vivimos en un mundo donde se rechaza la razón y la inteligencia.  
 
          - Finalmente el concepto “propaganda” fue creada por la Iglesia. – Pensaba Iranzu mientras recordaba su visita en Roma al Colegio de la Propaganda Fide: un impresionante edificio construido por Borromini, cuya ondulante fachada no se cansaba mirar.
 
          Volvió a pensar en las trobairitz, cuando creyó escuchar en su cabeza la melodía de una canción popular occitana de origen medieval – Se Canta- atribuida a un Conde de Foix del s. XIV y ella conoció en unas pasadas vacaciones en el Valle de Aran[3]. Esa canción constituye la melodía del himno de aquella región pirenaica donde se continúa utilizando el occitano, allí conocido como aranés.
 
          Las trovadoras fueron condenadas igualmente al silencio de los siglos; un silencio que ha cubierto cual grueso paño a cuantas mujeres empoderadas han surgido a lo largo de la historia. Solo alguna ha logrado sacar la cabeza - o la escoba – dijo Iranzu en voz alta, entre risas, al recordar los escritos Jordanes de Bergamo. Este erudito del siglo XV afirmaba que lo de volar sobre escobas se debía a los ungüentos de propiedades alucinógenas con los que frotaban los palos de los citados utensilios. Al entrar en contacto con su vagina, les producía tal sensación; tal alucinación: volar cabalgando sobre dichas escobas.
 
           Una herramienta eficaz para imponer aquel silencio, y que aún en pleno siglo XXI, con mucho esfuerzo, sigue intentando hacerse oír con intensidad creciente, fueron los referidos procesos por brujería. ¿Cuál era ese pecado tan grande que únicamente podía verse purificado con el fuego? Intentar levantar la voz en un mundo en el cual debían permanecer calladas
 
           Viendo desfilar por su cabeza tal carrusel de lenguas, identidades culturales y también sexuales, que esas mujeres, esas brujas, habían defendido a lo largo de la historia con una perspectiva de equidad, recodaba la mirada cálida de su abuela: una hermosa mujer, pese a no utilizar maquillajes, tintes ni otros aditamentos. Su hermosura emanaba del interior. Era una mujer grande, fuerte, con carácter, pero, a la vez, dulce y amable con todo el mundo. Además de en el hermoso carácter, su belleza estaba en su inteligencia; en su capacidad – casi hasta los últimos años -para no depender de nadie; para resistir y no someterse voluntades y dictados ajenos.
 
           De ella había prendido muchas, además de algunas palabras y frases en euskera, entre ellas el significado y simbolismo de su nombre, del que ahora se sentía tan orgullosa. De ella había aprendido a luchar y a resistir. Una enseñanza que marcó su vida y que le hizo acercarse con curiosidad primero, cuando aún era una niña, con interés al después, a todas aquellas personas que habían sido excluidas a lo largo de la historia, y sin las cuales, probablemente, esta habría sido diferente. 
 
          Recordaba también aquella tarde en que su abuela le había leído por primera vez el poema del alemán Bertolt Brecht, escrito en la primera mitad del siglo pasado, titulado:  preguntas de un obrero ante un libro.
          - ¿Qué lees abuela?
          - Un poema que me encanta y llevaba años si leer.
          - Me lo lees a mí, por favor…
- Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron? (…)
 
          Acabada la lectura, el rostro de la niña reflejaba que no había entendido nada. Con una sonrisa por aquella expresión de su nieta y desplegando toda su paciencia, fue explicándola el contenido del mismo, adaptándolo a su mentalidad infantil, Así, le explico cómo la historia no la construyen en solitario las personas que aparecen en los libros. Por el contrario: esa historia la construyen día a día miles y miles de personas anónimas que simplemente son ignoradas.
 
           Más adelante, había vuelto una y otra vez sobre el poema, recordando aún el momento en cual su abuela, primero se lo leyó y sobre cuando después se lo explicó. Ponto se dio cuenta, además, que entre esas personas ignoradas por la historia había infinidad de mujeres, las cuales, en muchos casos y pese a la importancia de sus logros, han permanecido en el anonimato. Cuando, ya en la Universidad, conoció la obra Eduardo Galeano titulada:  los nadie, pensó que, dentro de ese colectivo señalado por el escritor uruguayo, había un grupo aún más ninguneado: eran las mujeres; eran “las nadie….”
 
 
[1]           Se trata de una las 17 región administrativas españolas – que reciben el nombre de Comunidades Autónomas -  situada al norte del país, fronteriza con Francia y la Comunidad Autónoma Vasca o Euskadi, donde tiene su origen la lengua euskera, que también se habla al otro lado de la frontera, en el denominado “País Vasco Francés”.
 
 
[2]           Es la lengua gallega, hablada en la Comunidad Autónoma de Galicia. Aunque de manera habitual la frase citada se traduce como “brujas, haberlas las hay”, su traducción correcta no incluiría brujas, si no hechiceras, pues meiga viene del latín “mágica” o relativo a la magia, mientras que bruja, viene del celta Bruja”, por cierto, viene del vocablo celta “bruxtia”, que significa “hechizo”.
 
[3]             El Valle de Arán es una localidad situada en la cordillera de los Pirineos, frontera natural entre Francia y España, perteneciente la provincia de Lérida, Lleida en catalán o lengua hablada en la comunidad autónoma de Cataluña, a la cual pertenece.