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Investigador Independiente.  Diplomado por la Pontificia Universidad Católica de Chile en Psicología Jungiana (2014) y Estudios de la Religión (2016), y por el Centro de Estudios Árabes de esa casa de estudios en Teologías Políticas y Sociedad (2014), Cultura Árabe e Islámica (2014) y Arte y Estética Árabe-Islámica clásica y contemporánea (2015). Diplomado igualmente por el Centro de Estudios Avanzados de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso en Historia del Arte (2017), Poesía Universal (2018), Literatura en Lengua Inglesa (2019)-Nacionalidad: Chileno
•Datos de Contacto: alfredericksen@gmail.com

 
ROLDÁN: ARQUETIPO DE HÉROE EN LA EDAD MEDIA
 
Si bien una lectura obvia al leer el “Cantar de Roldán”, cuyo estilo es en tirada con un número indeterminado de versos que agrupa temas,  es posible  observar la denominada   sobreposición del cristianismo con el islam bajo y que ella nos da luz los aspectos más interesantes que subyacen en este cantar en tanto permite tematizar el temor al otro que es inasimilable y que permite el ataque/silencio/ aniquilamiento del otro, los nombres extraños  y perversos, las comarcas desconocidas, el color negro del enemigo que simboliza ausencia de pureza y luz, el opuesto civilización y barbarie (“orejas grandes”, etc.), la valentía y el arrojo que son elementos que admiran los franceses de los musulmanes, los moros como los anticaballeros v/s la imagen idealizada de los caballeros cristianos, la mirada maniqueísta en donde o se es bueno o malo (y no hay matices) y la ausencia de la importancia en el rol femenino como elementos, a mi modo ver, decidores. Ahora bien, se debe analizar individualmente a los personajes como figuras representativas de un contexto histórico y en particular la imagen de Roldán que es un vasallo que muere por el Rey. La situación de conflicto abarca la lucha del cristianismo contra el islam y a Roldán se le sitúa dentro de este conflicto.  Así, la hipótesis que se trabajará en este ensayo es que a Roldán podrá comprendérsele como la conjunción de tres planos: lo terrenal, lo divino y lo histórico; aspectos que lo determinarán como el arquetipo de héroe en la Edad Media. 
 
          Por un lado, lo terrenal es representado a través de la reunión de una serie de valores, principios y ética. Según Auerbach, serán muy importantes en este sentido: “[l]a voluntad de la lucha caballeresca, el concepto de honor, la recíproca fidelidad de los compañeros de armas, la comunidad de linaje, el dogma cristiano, la distribución de la razón y sinrazón entre creyentes y no creyentes (…)” (Auerbach, 100). Ahora bien, existen personajes que tienen un papel interesante y que plantearon un cuestionamiento a los valores y principios de Roldán y que son Turpin (el cura) y Oliveros; ambos símbolos de la Edad Media y que sirven de apoyo a la narración en torno a Roldán. Este cuestionamiento fue en el episodio en el cual Roldán toca su olifante y discute con Oliveros y Turpin, ya que el primero le recrimina que no vale la pena tocarlo, puesto que no lo hizo antes por vanidad. En cambio, Turpin señala que sí vale la pena tocarlo por venganza (Teixidor, 32-34). Es interesante analizar ese debate que ilustra otra faceta de Roldán: tal vez el traidor no está tan equivocado en que es un pedante, sin embargo, cabe preguntarse por qué se glorifica tanto y ello se debe a que es un “héroe”[1] que muere por el resto y, eventualmente haber llamado a Carlos hubiese supuesto un fracaso y peligro para aquél.
 
          Otro aspecto para analizar, indisolublemente ligado con el terrenal, es el aspecto divino. Al respecto, cabe mencionar que no es que Roldán encarne a un Dios en sí mismo, sino que responde a la figura de un mártir, por lo que no se cuestiona si está bien o mal que fallezca. No ocurre lo mismo con la figura de Carlomagno[2], quien es el rey que no puede morir porque de algún modo está más equiparado a Dios que Roldán. Carlomagno, en contraposición a Roldán, posee un contacto directo con Dios: habla con arcángeles ratificando de este modo el poderío centrado en Dios. Carlomagno es una persona reflexiva, un anciano sabio que escucha a los doce pares, a diferencia de Roldán, que es un “héroe” joven y rebelde que discrepa del clásico héroe medieval caracterizado por su mesura y que, además, él es capaz de dar su vida —de hecho, así ocurre— como vasallo de su rey. Así, en este cantar se tiende ensalzar o enfatizar las virtudes de Roldán —casi glorificándolo como un ser perfecto, una especie de Dios—: “[e]l conde Roldán nunca ha amado al cobarde, ni al orgulloso, ni al ruin, ni al caballero que no fuese buen guerrero” (Teixidor, 56), lo que sin duda obliga a distinguir respecto a su simbolismo como Jesús o como mártir[3].
 
          Y, finalmente, conviene comprender un tercer ángulo, que es aquel en el cual Roldán ocupa un lugar en la historia como un sujeto concreto en este cantar y que afronta numerosas batallas, un buen guerrero y caballero de las armas que lucha por Francia y la religión cristiana. Un ejemplo de ello se aprecia en que incluso en las postrimerías de su vida, cuando apareció un moro espía que fingía estar muerto e intentó arrebatarle su espada Durandarte él luchó por defender a aquella que tantas victorias había acarreado para Carlomagno y la religión cristiana. Expresa así sus sentimientos por ella: “¡[a]h, Durandarte, qué pena siento por vos! ¡Cuando yo muera ya no podréis ya estar bajo mi guardia! ¡Cuántas batallas he en el campo raso por vos! ¡Anchas tierras he domeñado para Carlos […]!” (Teixidor, 60). Ahora bien, cabe preguntarse el porqué de no poner al cura que es tan guerrero como Roldán como un símbolo del cristianismo v/s el islam, ¿por qué sí a Roldán y por qué es más adecuado? Porque queda como figura de santo, no obstante, ya se señaló que su figura responde más bien a la de un mártir.
 
          En suma, si no observamos a Roldán bajo esta triple dimensión no podremos entender cómo éste constituye el arquetipo de héroe en la Edad Media, ya que dicho personaje se construye combinando estos tres aspectos vinculados entre sí. Entender a Roldán como personaje literario en su dimensión terrenal distanciado totalmente de su aspecto de mártir es no haber comprendido su “esencia”, como, asimismo, evaluar a Roldán como un personaje histórico sin comprender que su acción no solo era puesta en marcha por una disputa territorial, sino también por un afán religioso, es obviar una realidad palpable y necesaria en este cantar.
 
Referencia Bibliográfica
Auerbach, Erich. Mimesis (1996). La representación de la realidad en la literatura occidental. México: Fondo de Cultura Económica. Medio impreso.
Teixidor, Felipe (coord), El cantar de Roldán (2007), México: Editorial Porrúa. Medio impreso.
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[1] Ello posee matices porque, como se explicó anteriormente, Oliveros cuestiona a Roldán el hecho de que no hubiese tocado el olifante por vanidad, de modo que sería su culpa la masacre del ejército al anteponer sus valores, principios y ética a la vida de su ejército.

[2] Es reflexivo, anciano, sabio, escucha a los 12 pares, “Pantócrator”, héroe joven y rebelde que discrepa del héroe medieval que es mesurado. Es un héroe que muere por el resto.

[3] Obviamente, en este ensayo se pretende dar a entender que el segundo enfoque es el más acertado.

 

 

ALFREDO FREDERICKSEN -CHILE-