EL PODER DE LA PALABRA ESCRITA

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TRINANDO

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DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORES: PATRICIA LARA P. (COLOMBIA)  - CARLOS AYALA (MÉXICO)

AGOSTO DE 2015

NÚMERO

5

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Las Chivas. JesúsAntonio Báez Anaya (Colombia)

Réplicas de Madera

Patricia Lara Pachón

PÁGINA 2

Patricia Lara Pachón. Nació en agosto 17 de 1963 en Manizales Caldas, profesional en desarrollo familiar pero dedicada al hogar y radicada en Santa fé de Bogotá, escribe por placer y locura uno que otro cuento o poema. En los que da rienda suelta a esa imaginación plagada de personajes reales o ficticios que cobran vida un instante y duermen muchos más.

 

Hablando de esposas; de señoras

 

Hablaba con un amigo sobre las esposas.  Ellos; con el tiempo, se dan cuenta que su mujer es muy buena.  Una gran madre; mejor esposa, buena hija, excelente amiga y hermana.  Pero…  solo se dan cuenta con el tiempo.

Los señores ven a su mujer en frente, y a los lados de ella hay otras tantas... muchas señoritas y señoras; y por supuesto cualquiera de ellas mejor que la propia. Todas ellas bonitas, sonrientes, perfumadas, dispuestas al disfrute. 

La mujer propia por el contrario lucha cada día con infinidad de situaciones del cotidiano.  Facturas por pagar; hijos enfermos, malas notas, casa siempre sucia, hormonas molestas, empleos mal remunerados y por supuesto, eso la pone malacarosa, la hace descuidarse un poco o mucho;  ya que por cuidar a los otros se deja en otro nivel y se abandona algo, se ve sufriente e incluso se vuelve hasta insufrible.
Ahora que lo pienso... cualquiera de las "bellas" se volvería la "odiosa" con tan solo un poquito de tiempo y con el trato constante. 

Es como siempre digo.  La propia pareja es como la sopa de diario y no como el plato del restaurante que se disfruta cada ocho días y por lo tanto resulta tan rico y es  además con el que se sueña durante toda la semana.

Lo cotidiano cansa al principio, pero con los años es lo que nos da seguridad y confianza para llegar al nido.  Donde se encuentra la calidez que el espíritu necesita para poder vivir.

 

 

Heridas

 

 

Hay dolores que duelen en el alma y que a pesar de que nadie más que uno los siente o los ve, dejan heridas que sangran.  A veces tarda mucho el restañar la herida y luego hay que irla curando con paños de agua sal y con pomadas varias, luego queda el recuerdo de algo que dolió y dolió mucho.  En noches de luna llena duele la antes herida hoy cicatriz, y duele y  duele de nuevo. Otros dolores hondos, dejan sentires acompañados de batir de alas y de suspiros ahogados.

 

 

 

Pensé

 

Pensé en un camino largo

-Obscuro-

Lleno de piedras filosas en su senda

Y de espinas y ramas cortantes a los lados.

En silencio estridente

En terrores, temores, miedos y angustias.

Pensé

Pensé que lo mejor era ver las cosas mejor

-Brillantes-

Por lo menos una luz iluminando todo

para poder sortear los obstáculos

y sentirme valiente, fuerte e incluso hasta altanera

y ser feliz y derramar sonrisas por doquier.

Pensé.

 

Levantando paredes

 

Después de pensar y repensar en lo "mala" que soy, pues siento fresquito cuando le suceden cosas malas a la gente de la que me he dado cuenta ha hecho cosas malas; porque tomo distancia de esas personas y me alejo lo más que puedo pero, como digo, después de pensar y repensar, me di cuenta que no es que sea mala ni rencorosa: ¡solo me protejo!  Si el caso es ayudarles en algo, lo hago de corazón, ¡pero ya!; nos les dejo acercarse más a mi espíritu. Es que, ¿cómo puede uno volver a confiar en alguien que le hizo daño, se lo hizo a otro o -incluso, y hasta peor aún-a un animalito indefenso?
Con los años, (muchos, por cierto) me he ido volviendo más y más introspectiva; me he dado a la tarea -consciente e inconscientemente- de observar de lejos y despacio, me he ido cubriendo con una armadura de silencios y de sonrisas vacías, pero con ojos llenos de miradas largas. Con los años, mis muros se han alzado y pocos llegan a mí, pues he descubierto (o entendido mejor) que la amistad que dura es la que construimos hace años y ha permanecido.
Hoy por hoy, pocas personas llegan y se quedan,  o llegan y hacen un huequito en mis paredes para quedarse ahí para siempre. ¿Recuerdos? ¡Muchos!, alegres y tristes... encerrados en un corazón que, con los años, aparenta ser duro, pero que va mostrando las fisuras que terminarán con mi vida y me convertirán en recuerdos en algún momento.

 

Afortunada

 

Es que tú eres una persona muy afortunada.  Me dice todo el mundo.  Yo sonrió y asiento. 

Pero, eso me ha llevado a pensar que creen que toda mi vida ha sido gracias a mi suerte y no a mi lucha.  Una lucha como la lluvia misma; pertinaz y constante.
Nací y me crie en un "hogar" incompleto.  En un hogar sin padre.  Aun así fuimos 7 hermanos completos.

Nos criaron con muchas privaciones.  Lo cual no se notaba demasiado ya que todo el mundo; nuestro mundo por supuesto, carecía de muchas cosas, por no decir de casi todo. 

Recibí educación en escuelas pública y en universidad pública también.  No hubo para libros y casi ni para cuadernos pero a fuerza de lidia y mucho empeño lo logré; terminé la escuela primero y luego el colegio y por último y por supuesto igual de importante la universidad.

Para cuando me gradué,  ya tenía un hijo primero y un esposo; y llevaba una casa y lógicamente mi propia familia.  Así que no fue sencillo pero lo logré.  Claro que eso pasó únicamente porque soy muy afortunada.

Después nos fuimos a vivir a una nueva ciudad, sin conocer a nadie.  Ahí de nuevo la fortuna me sonrió y me dio dos hermanas primero y al cabo de unos años llegó otra más.  Eso sí fue realmente una fortuna.

Seguí luchando, seguimos luchando para ser más sincera y exacta y nuestra familia creció y fueron ya no un hijo sino dos.  Dos hermosos muchachos; un varón y una hembra.  Los que llegaron a llenarme de alegrías y sonrisas.  Bueno… lágrimas hubo.  Pero fueron las menos no las más.  Todo, por supuesto, gracias a mi buena suerte o mi buena fortuna.  No fue, que yo hiciera lo mío y amara y educara y luchara y trabajara y me esforzara y siguiera luchando.  No; es que Dios en su infinita bondad y sabiduría me dio tres  ángeles para que a mi vida solo sonrisas llegaran.

Es que yo debo admitir que soy una mujer muy afortunada.

 

 

Tiempos mejores

 

 

Reflejada en el agua se ve la casa.
La familia feliz,
el sol caliente,
el árbol y el columpio.
Si no miras al agua…
No ves nada.
La casa se quemó hace ya muchos años.
El árbol en astillas yace muerto en el suelo,
  y del columpio aquel solo queda el recuerdo.
¿La familia?
La familia partió se esfumo,
  o murió.
Así...
Que si quieres, ver los tiempos mejores;
Mira al agua.

 

 

 

 

 

Temores

 

Hay gente que le teme a la soledad porque teme estar consigo mismo.
No quiero imaginar sus pensamientos. No deseo meterme en su cabeza y tener que huir como si de una pesadilla terrible se tratara.  Una de esas en las que corres y buscas y  no encuentras la salida.  Una de esas en las que caes y te levantas únicamente para caer de nuevo.
No.  Definitivamente.  Si ellos mismos no soportan su propia compañía, ¿Quién estaría dispuesto a estar con ellos?

De profesión; ama de casa

 

 

Ser ama de casa es mi profesión, la que me ha llenado de grandes satisfacciones.

También estudié en un colegio y en una Universidad y claro obtuve mi título;  el mismo que me ha servido mucho en mi vida personal e incluso laboral (la labor que elegí). 

Hago muchas otras más cosas. Pero ninguna tan valiosa como la de criar a mis hijos con amor y entrega total.  Y cuidar de mi hogar como lo que es… un gran tesoro que poca gente tiene.

Eso no le resta valor al hecho de que muchas mujeres salen a trabajar fuera de casa por muchos y variados motivos y al igual que yo son mujeres valiosas.

No sé por qué nosotras mismas nos encargamos de restarle valor a lo que hacemos, en lugar de respetarnos como mujeres que somos e igualmente respetar los deseos y preferencias de cada una de nosotras.

 

 

Orando y cocinando

 

 

Era como si hubiera encontrado la forma perfecta de castigarnos.  Comida nunca faltaba en nuestra casa; ¡pero era tan maluca!  ¡Estaba tan mal preparada!, que parecía imposible que no lo hiciera a propósito. 
No solo se veía mal.  Sabía pésimo y la impresión al verla era exactamente esa.
Siempre se notaba apurada al elaborar los alimentos y afirmaba con una sonrisa en la cara.  "Todo está delicioso pues le eche de todo" y continuaba sonriendo y enumerando los ingredientes: "cebolla, tomate, sal, cebolla, tomate".
Hoy por hoy  es una  charla o en broma en mi propia familia. 

Pero era realmente terrible tener que comer sus comidas cotidianas.

A decir verdad había días en que preparaba cenas especiales, que le quedaban realmente bien.  Pero eran las menos en una vida tan larga.

Yo hoy por hoy cocino agradeciendo el pan diario y trato de hacerlo todo bien y rico. Lo hago muy despacio y a conciencia.
La comida no se encuentra por ahí, así nada más y hay que agradecer que siempre tenemos cosas ricas que poner en nuestros platos.
Orando y cocinando se puede decir… Gracias.

 

La venganza es dulce

 

Se queda en silencio observando la locura que todos los eventos ocasionan en él.  Su rostro simula preocupación mientras su interior bulle de alegría.  Le está cobrando con creces cada lágrima derramada.  Cada angustia sentida.  Cada humillación infligida.
Lo mejor de todo, es que él la siente cercana y preocupada y le expresa cada uno de sus sentimientos y ella; aprovecha para poner en cada frase o mirada un poco más de sal en sus heridas.
La venganza es dulce... muy dulce.

 

 

Omnipotente

 

 

La mira como si no fuera un ser humano revolcándose entre sus sentimientos.
No sabe si quiere abrazarla o darle sencillamente un empujón; arrojándola sobre sus terribles recuerdos.
La mira y en cada uno de sus parpadeos pone un kilómetro de distancia. 
Se siente inoportuno.
La mira y se sabe muy grande.  Como si fuera un Dios. 
Se cree omnipotente ante sus mejillas surcadas por arroyos salobres.
Y mira; y sin dudarlo un ápice se aleja.
Se sabe inoportuno.
A pesar de creerse un Dios.  No sabe qué hacer y sin querer es lo que él es y se desliza.

 

Patricia Lara P.