NÚMERO 13

MAYO DE 2017

EN ESTE NÚMERO:

AÑO III - NÚMERO 13 - MAYO DE 2017 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITOR MÉXICO: CARLOS AYALA

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La irresistible magia de las letras

PÁGINA 15

MERCHE BLAZQUEZ -ESPAÑA-

 

EL ANILLO

 

  —¡El anillo me lo llevo yo a la tumba como que me llamo Antonio Cortés Jiménez! —solía decir don Antonio cada vez que sus hijos sacaban el tema de cómo iba a repartir su herencia. Así que, para evitar una maldición gitana, decidieron enterrarlo con él.

 

 El tanatopractor era un hombre práctico y sin escrúpulos. Estaba acostumbrado a los cadáveres, fuera cual fuera su estado. Siempre decía que se sentía más seguro entre los muertos que entre los vivos y, hasta el momento, la vida le había dado la razón. Le pareció extraño que quisieran enterrar a ese hombre con semejante joya, puesto que, normalmente, los familiares se quedan con ese tipo de objetos y los suman al tesoro familiar, o los venden para salir de apuros. Sería por eso, tal vez, por lo que nunca había sentido el deseo de quedarse con algo del muerto.

 

Pero aquel anillo tenía algo especial. Le recordaba a su adolescencia: tenía el mismo diseño que uno que venía en un juego de rol con el que pasó muy buenos momentos; la diferencia era que el del juego era de plástico, y el del muerto era de oro, con un enorme rubí tallado con aristas. En el juego, era el anillo del Señor de la Muerte, y a él le encantaba interpretar a ese personaje; no es de extrañar que, años después, eligiera esta profesión.

 

Mientras maquillaba el cadáver, no dejaba de pensar en ello. Era casi la hora de comer y aún tenía faena para rato con él, tendría que acabar por la tarde. No podía dejar escapar una ocasión así. En lugar de ir al bar donde solía comer, subió a su moto y se plantó en su casa en cinco minutos. Rebuscó en la parte alta de su armario y sacó el juego, cogió el anillo y volvió a tiempo de comer un combinado y regresar al trabajo.

Las manos le sudaban adrenalina. Pintó con barniz el anillo de plástico, dándole un brillo casi real. Tenía que esperar un poco a que se secara, así que aprovechó para continuar con el trabajo. Quitó al muerto el anillo auténtico y le puso el de juguete, pero no pasaba de la primera falange. Cortó el aro de plástico y así pudo hacerlo entrar. Nadie notaría la diferencia a través del cristal, y seguro que nadie levantaría la tapa para verlo de cerca, nunca lo hacen.

 

Así fue. Don Antonio fue enterrado con el anillo de juguete. Entonces, y no antes, se puso el anillo. Le quedaba perfecto.

 

Don Antonio se reunió con sus ancestros difuntos.

 

—¿Dónde está tu anillo? —le preguntaron.

 

El patriarca entró en cólera. Nunca en vida había faltado a su palabra, y no lo iba a hacer ahora: tenía que llevarse el anillo a la tumba. Echó un vistazo desde lo alto al mundo de los vivos y lo vislumbró en el dedo del tanatopractor.

 

—¡Maldito payo ladrón! —exclamó su voz fantasmal—, ¡devuélveme mi anillo!

 

Al día siguiente, otro tanatopractor preparaba el cuerpo de su compañero, fallecido de infarto. Tras el entierro, Don Antonio lució de nuevo su anillo de rubí.

 

Merche Blázquez, natural y residente en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad colindante con Barcelona, capital catalana en España. Nacida en 1970, casada y con dos hijos, se licenció en Física aplicada, aunque solo trabajó durante un año aplicando sus estudios. Años más tarde se despertó su afición literaria, de la que han nacido un par de novelas fan-fiction sobre Star Wars y diversos cuentos cortos y poemas de temática variada.

Algunas de sus obras han visto la luz en revistas virtuales: "Una tarde aburrida", en el número 2 de la revista Espora, y "Feliz Sexo Nuevo", en el número 112 de Ulisex!Mgzn.

Merche apuesta por un lenguaje sencillo y un contenido mordaz, destinado a un público más astuto que sensible