NÚMERO 15 SEPTIEMBRE 2017

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AÑO III - NÚMERO 15 - SEPTIEMBRE DE 2017 - DIRECTOR FUNDADOR: MARIO BERMÚDEZ (COLOMBIA) -  EDITORES MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ - CARLOS AYALA

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PÁGINA 26

LUIS ENRNESTO MARTÍNEZ QUIROZ -MÉXICO-

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Luis Ernesto Martínez Quiroz, mejor conocido como Lemus en el mundo de los cómics y juegos de rol, es uno de los legendarios jugadores y Game Masters de la primera generación en México. Nacido en Monterrey, Nuevo León, México.

Estudió Técnico en Terapia Física y Rehabilitación en la Preparatoria Técnica Medica y es Licenciado en Educación Secundaria con la Especialidad de Historia en la Escuela Normal Superior Moisés Sáenz Garza de Monterrey. Tomó cursos de Teatro y Oratoria y cuidado de Pacientes con Sida. Asistió a congresos de educación por parte de las Normales de Saltillo y Guanajuato. Imparte cursos de Desarrollo Humano en la Secundaria donde labora para los padres de familia enfocándose en las necesidades de los adolescentes y su trato.

Juega Rol (RPG, Roll Playing Games) desde los 15 años y ha estado inmerso en ese mundo fantástico desde ese tiempo y, hasta ahora, ha diseñado 2 juegos. A su vez, también es conocido por su maravilloso modo de desarrollo de historia como personaje y como Historyteller (cuenta cuento / desarrollador de historia). Ha sido publicado en la Revista Literaria Trinando, Revista Literaria de Horror y Terror Giallo y la Revista Literaria Infinitus. En octubre del 2016 se presentó en la 26ª Feria Internacional del Libro Monterrey (FIL). Nos comparte parte de la chispa de su ingenio con un cuento de su autoría.

 

 

Este relato está inspirado en un personaje de rol perteneciente a Denisse Nájera P.

Quiero agradecerle ser una de las fuentes de inspiración para mis relatos.

Ernesto Martínez.

 

 

Una sonrisa de locura y perdición

 

La sangre de reyes que llenaba mis venas me daba la confianza y poder de sobra para recibir aquella visita sin ningún tipo de temor, una chiquilla que en su desesperación venia hacia mí a pedirme consejo, a rogarme por atención, ¿quién se creía ella para ocupar algún tiempo de mi noche? Yo reinaba la noche, era el gran depredador que la destruiría sin pensarle ante cualquier nimiedad de un comportamiento que no fuera digno y con esto en mi mente, allí la esperé, sentado junto a la mesa de aquella habitación apenas iluminada, sólo esperando por una presa fácil, alguien a quien desaparecer de la noche eterna.

 

Cuando entró pude ver lo fácil y tedioso que me resultaría la noche, ella en un vestido corto negro con flores estampadas denotaba que no tenía el conocimiento de la etiqueta que se requería en una cita, sus zapatos de tacón y su pelo semi arreglado mostraban su falta de compromiso y corta edad, esa donde aún sientes apego por la humanidad que ya abandonaste y en este contexto su piel llamó mi atención, se esforzaba por mantenerla tibia y rosada ante mi sirviente. Siendo esto amor por los humanos o una vieja técnica de cacería que terminó hasta que se quedó parada sola ante mi presencia, su piel empalideció y sin verme a los ojos, sin más, se presentó ante mí, Midna era su nombre o más bien así se hacía llamar.

 

Sentose a mi lado y, como si fuese un truco de la sangre, le bastó una sonrisa para acabarme, quitarme la voluntad y domarme, eso fue capaz de regresarme a un estado que había olvidado, a ese que antes en ella había despreciado, en los primeros minutos que la tuve a mi lado y que permití deleitarse a mis ojos con su simple belleza, sin prisas, contemplándola como si fuera la primera vez que frente a mí estaba una jovencita. Ocurrió que con su vacilante presencia provocó que 6 siglos de razonamiento, disciplina y educación pasaran a nada por un gesto de su bello y ahora pálido rostro que robaría sin resistencia alguna mi alma inmortal. No me había preparado para esto en mi larga vida, jamás había aparecido nadie como ella y mi disciplina era la única defensa que ahora tenía y que me estaba sacando a flote ante tal hermosura.

 

De pronto, y sin decir nada, se levantó y recorrió la habitación, su caminar fue exacto, preciso y sin prisa, desplazándose con esa tranquilidad mientras mis ojos la seguían, encontró sin dificultades en mi mirada una brecha, un hueco, una rendija, un pasadizo oculto que nadie en cientos de años de oscuridad había recorrido y adentrándose en toda esa negrura, superó todas y cada una de las barreras que este corazón muerto a través del dolor y la vitae de mi interior, había formado para su defensa. En segundos con un solo gesto y con una maestría, ella los transformó en los cimientos de mi amor y perdición hacia ella, ese amor que durante tanto tiempo se había negado a aparecer dentro de esta noche casi eterna de mí no vida.

 

Mientras el tiempo se suspendía en mis sentidos, estos me revelaban que esa hermosura llevaba la locura en su interior, en su sangre, en sus labios rojos, compartiéndola conmigo sin precaución en sus palabras. Contrastaban en mi mente como una luz con la ternura encerrada en su mirada, no podía sostener sus ojos con los míos por admiración a mis años o peor aún, por temor del monstruo que en mí se contenía pero que ahora estaba quieto, sumiso y que nunca le haría daño a una criatura cuya verdad estaba a flor de piel. La ternura que antes se me negaba, en sus manos se encontraba expuesta cual cálida llama que, con una leve caricia en el pase de las copas de rojo vitae que bebíamos, bastó para encender mi cuerpo antes frío y un deseo en un mar de inexplicable lujuria y gula por probarla, beberla, tenerla.

 

Sin más motivaciones que comprender cómo caí en su trampa no dispuesta para mí, aún con tanta experiencia de siglos acumulada para ahora encontrarme desarmado. Ella sería tan poderosa, pensé, si sólo una sonrisa ocupó de carnada para que yo la hubiese devorado toda sin dudarlo, así, sin ningún otro asunto relevante, ni exposición elocuente basada en pensamientos filosóficos o retórica sobre el poder, me tenía sumiso a sus pies. Ella, sin deseos de saltar en mi cama y tomarme como suyo, así en su ingenuidad, no pude aguantar más y sin dudarlo la hice mía, probé su sangre carmesí en mis labios sin precauciones ni reparos y en un leve gemido, mientras nuestros cuerpos compartían el éxtasis de la carne, vinculé mi alma en un beso que por años había olvidado.

 

Su silencio, lo frío de su piel en contacto con la mía, la sonrisa de sus labios mientras conmigo dormía me arrojaba una sola pregunta... ¿Cómo no amarle ni necesitarle? Si ahora estoy atado a sus deseos; al contemplar su desnudez en mi cama, la humanidad antes perdida se regeneraba, me recordaba que ella, sin prisas ni reparos, pensó en amarme y necesitarme, alejando sus miedos y precauciones, olvidando la bestia que yace en mi interior, que allí, ante tanta vulnerabilidad, podría devorar hasta su alma pero aun así dormía, confiando en mí sin razones para hacerlo. Sin condiciones me dio su sangre y sin ofrecerla, tomó de mi sangre real sin permiso, cual depredador de su presa y sin objeciones ni mayor defensa terminé siendo yo su infante, su amante, y ahora su esclavo.

 

Yo, el regente de la noche... aprendí a amar y necesitar en una noche, en un segundo, en una sonrisa... El hierro al calor es blando, la sangre vieja sucumbe a la nueva y el poder obedece ahora a la inocencia.

 

Dr. Tiberio Palacios... Sangre de... Midna.